6/30/2007

Los biocombustibles y el mercado de las materias primas




Los biocombustibles y el mercado de las materias primas


Los biocombustibles (el bioetanol y el biodiésel) se han convertido en opciones tan válidas como los combustibles fósiles para la obtención de energía, sobre todo en el sector de los transportes. Ante la subida de los precios del petróleo y vistos los avances tecnológicos en el campo de los biocombustibles, la balanza se inclina cada vez más a favor de estos últimos.


La demanda de materias primas de origen vegetal para la producción de biocombustibles está alterando el funcionamiento económico de los mercados de las materias primas. Para ciertos cultivos como el azúcar (de caña y de remolacha), los cereales y las semillas de oleaginosas, el precio de la energía es más importante que la demanda de la industria de la alimentación y los piensos animales.


Hay un factor que compensa esta tendencia, y es que la producción de biocombustible genera determinados productos derivados que se pueden utilizar en la elaboración de piensos. Como resultado, los productores de piensos tendrán que adaptarse al uso de otra gama de materias primas diferentes y empezar a analizar las posibilidades de conversión de dichos subproductos en proteína nutritiva.


Es fundamental que esta conversión tenga éxito, ya que otra de las tendencias más claras en todo el planeta es el aumento de la población mundial, que se espera sobrepase los siete mil millones de habitantes en 2015 y los ocho mil en 2030. Al tiempo que aumenta la población, habrá un incremento de la demanda de carne, leche y pescado, productos necesarios para alimentar a esa población.


Desde 2001 se ha doblado la producción de biocombustible, llegando a alcanzar los 670.000 barriles en 2005, lo que representa el uno por ciento del suministro mundial de combustible para el transporte. Durante los próximos años, siempre que los precios del petróleo sigan siendo altos y mientras los gobiernos ofrezcan incentivos fiscales con el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y la producción de gases invernadero, esta producción seguirá aumentando a un ritmo aún mayor.


Brasil es el líder mundial en la producción de biocombustibles. La mitad de su cosecha de caña de azúcar se transforma en bioetanol, lo que constituye el 40 por ciento del combustible distinto del gasóleo empleado en el transporte. En Estados Unidos, el 15 por ciento del maíz cultivado representa en la actualidad aproximadamente un dos por ciento del combustible distinto del gasóleo empleado en el transporte, si bien la producción de etanol está creciendo aun más rápido que en Brasil.


El bioetanol se obtiene a partir de distintos cereales y azúcar, y entre los subproductos que se pueden utilizar para la elaboración de piensos se encuentran los bagazos de la destilación de granos. El biodiésel, por su parte, se puede obtener a partir de metanol y aceite vegetal refinado, y su principal subproducto es el glicerol, del que se obtienen unos 10 kg por cada 100 kg de biodiésel.


Según los cálculos de la OCDE, para conseguir que el 10 por ciento del combustible utilizado en el transporte en Estados Unidos, Canadá y Europa sea biocombustible, sería necesario destinar a este fin entre un 30 y un 70 por ciento de las extensiones de cultivo actuales respectivamente, mientras que en Brasil sería suficiente con un tres por ciento. Estos cálculos parten de la base de que no se producirán mejoras en la tecnología productiva ni modificaciones de los usos del suelo agrícola que permitan incluir zonas marginales o de barbecho. Aun así, se puede ver claramente el impacto potencial que esto tendrá en los mercados de materias primas.


Dicho impacto variará durante la próxima década, como consecuencia de los avances que se producirán en términos de la tecnología de producción de biocombustibles. La elaboración de biocombustibles más avanzados exigirá el uso de materias primas diferentes, en busca de una mayor competitividad económica. De hecho, ya existen plantas piloto donde se está experimentando con prototipos de biocombustibles avanzados, como el bioetanol obtenido a partir de materias celulósicas y lignocelulósicas.


Actualmente ya hay equipos de profesionales trabajando en la manera de aprovechar para la alimentación animal los residuos de la extracción de biocarburantes, obteniendo nuevos productos y fórmulas que equilibren el consumo de estos. Sin duda que con ello se abre también una puerta, no sólo a la investigación, sino también al consumo de subproductos a bajo precio.


Jesús Domingo


0 comentarios: