11/02/2008

La sobrefertilización con abonos orgánicos


Un problema que ha afectado a los acuíferos con muy difícil solución.

Hace unos cincuenta años, cuando aún era escolar, un día de vacaciones de verano, mi abuelo me contrató para limpiar el palomar. Acabado el sucio trabajo recogimos un saco de palomina. Después de un buen almuerzo en la bodega, a mi abuelo se le ocurrió la feliz idea de utilizar la palomina para un buen fin. La llevamos al huerto y aplicamos una buena capa sobre un centenar de lechugas en crecimiento. “Con esto, la palomina es el mejor estiércol que hay, en una semana a comer lechugas”. A los cuatro días todas las lechugas se habían muerto por exceso de nitrógeno y otros productos. Antes de plantar otras plantas en la misma tierra tuvimos que regar durante bastantes días para que se lavara el exceso de fertilizante que contenía la palomina, mi abuelo tenía cincuenta años de experiencia, yo aún no había empezado a estudiar agronomía, pero fue una buena lección para los dos.

Y es que las dosis excesivas de residuos orgánicos en los campos agrícolas pueden ser nocivas para plantas, animales invertebrados y microorganismos del suelo. Así lo explica un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que ha demostrado que la aplicación de cantidades apropiadas de abonos evitaría los efectos tóxicos para la biota del suelo.

Aunque en dosis controladas los residuos orgánicos, los lodos de depuradora y los purines son una buena alternativa para la fertilización del suelo, en dosis excesivas pueden generar efectos dañinos en la biota del suelo. Para evitar la toxicidad de los suelos, un equipo de investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la UAB ha realizado un test que establece las dosis máximas de abonos orgánicos a aplicar.

“Nos hemos basado en bioensayos de laboratorio con organismos del suelo representativos de los agroecosistemas y que se quieren proteger: plantas (Brassica rapa, Lolium perenne y Trifolium pratense), lombrices, enquitreidos, colémbolos y microorganismos”, decía el principal autor del estudio.

La investigación, que se ha publicado en la revista Environmental Pollution, confirma que la falta de estabilidad de los residuos empleados es una de las principales explicaciones de los efectos nocivos para plantas y animales. “La rápida descomposición del residuo en el suelo genera sustancias como el amonio que es el principal responsable de los efectos tóxicos observados”.

Para cada uno de los siete residuos analizados (dos lodos de depuradora deshidratados, dos lodos compostados, dos lodos secados térmicamente y un purín de cerdo secado térmicamente), el grupo de investigación ha obtenido una “dosis segura”.

Los investigadores esperan que la aplicación de esos residuos en campos agrícolas por debajo de esa dosis segura proteja al 95% de las especies potencialmente presentes en un agroecosistema. El estudio explica que al comparar las dosis seguras con las habitualmente utilizadas se pueden evaluar los potenciales impactos para la biota del suelo.

Tanto mi abuelo como yo, hace casi 50 años, supimos que las plantas habían muerto por exceso de estiércol (sobredosis o sobrefertilización), no conocíamos la acción del amonio, pero llegamos a conclusiones parecidas a las de los científicos, con una diferencia, no éramos capaces de cuantificar las cantidades, por eso pienso que es bueno y conveniente se hagan estos estudios hoy que algunos están convencidos de que lo “natural” es bueno sólo por ser natural (tendencias ecologistas). Ahora los técnicos nos demuestran científicamente lo que la experiencia nos dice, que todos los excesos son malos, especialmente el de palomina.

Jesús Domingo

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