2/14/2011

Estamos a tiempo de corregir el modelo de la PAC

 

Debido a los altos precios del azúcar en el mercado mundial, el nivel de importaciones en la Unión Europea (UE) durante la campaña 2010/11 podría ser inferior a las previsiones de la Comisión Europea (CE). Por este motivo, ésta buscando soluciones que ayuden a satisfacer la demanda doméstica.
 

 

Parece que la Comisión Europea baraja dos posibles opciones, o aumentar las cuotas de importación o permitir que el azúcar que está destinado a producción de biocombustibles o para uso en la industria química y farmacéutica (azúcar fuera de cuota) pudiera ser vendido para su utilización en la industria de alimentos y bebidas.

 

La Confederación francesa de remolacheros (CGB), confederación que tiene peso en Europa, es de la opinión que la mejor solución para aliviar las tensiones del balance europeo del azúcar en la campaña 2010/11 sería la recalificación del azúcar fuera de cuota actualmente disponible, en azúcar de cuota. En su opinión, de esta forma se permitiría satisfacer las necesidades alimentarias europeas favoreciendo la producción comunitaria.

 

Esta introducción al tema de la Política Agraria Comunitaria nos explica el conocimiento que hemos tenido en estos días de que a pocos kilómetros de aquí, en el vecino Portugal, los supermercados han tenido que racionar el azúcar que venden a los ciudadanos, este hecho ha puesto una vez más sobre la mesa las dudas que desde hace tiempo despierta el modelo agrario europeo. A los países del arco mediterráneo, como el nuestro,  desde su incorporación en la UE se les han ido recortando poco a poco sus posibilidades de producir, lo que para España ha supuso reducir más del 50 por ciento la cuota de azúcar, ha desaparecido el cultivo de la remolacha en zonas en las que estaba muy consolidado. En poco tiempo los portugueses han comprobado las consecuencias de esta política, cuando han ido a la tienda y les han dicho que como máximo podían llevarse un par de paquetes de azúcar. Tampoco se puede decir que estemos muy sobrados en España, donde el consumo es de un 1,3 millones de toneladas y en estos momentos sólo podemos producir 500.000 toneladas.

 

Esta situación obedece a que el precio del azúcar se ha disparado en los mercados internacionales, por lo que hoy por hoy a las industrias de aquí les resultaría más rentable vender fuera su producción que abastecer al mercado nacional. Y ahora que se ha desmantelado el cultivo, se han reducido las fábricas, e incluso los solares donde estaban algunas de ellas han sido pasto de la fallida especulación inmobiliaria para ser ocupadas por edificios de viviendas nuevas que no se venden, ¿dónde podemos ir a buscar más azúcar?

 

Hemos tomado como ejemplo el azúcar porque hoy es un verdadero problema, hemos pasado de excedentarios a dependientes de los mercados tanto en abastecimiento como en precios, pero lo mismo podría ocurrir en otros sectores, como en la carne y la leche. Europa ha convertido al sector primario en moneda de cambio en sus negociaciones con terceros países y, bajo la aparente protección de las ayudas, ha ido desmantelando su potencial hasta unos límites que, hoy por hoy, hacen dudar de si la PAC cumple con su primer objetivo: garantizar que los europeos cuenten con alimentos de calidad.

 

La cruel crisis que soportan desde hace incontables meses los ganaderos es una consecuencia más de esta política. Los costes de producción nunca han retrocedido, ni cuando el cereal estaba barato, y ahora, que ha subido, el precio de los piensos se ha disparado, y el contexto general de crisis no ha impedido que suban también el gasóleo ni las tarifas eléctricas. Sin embargo nuestra carne y nuestra leche sigue pagándose a los precios de los años ochenta, y la lógica empresarial de que aumentando más la explotación, con más cabezas o cupo de leche, no funciona: cuantas más inversiones, más dificultades para pagarlas y como consecuencia más pérdidas se tienen. En los últimos años la distancia entre el precio pagado por el consumidor final y lo que recibe el ganadero ha aumentado hasta límites intolerables, merced a una estructura de comercialización poderosa y voraz.

 

Los distintos gobiernos, autonómicos y nacional, son conocedores de la situación, y no pueden seguir siendo permisivos con ella. En este momento está abierto el debate en la Unión Europea sobre el modelo agrario comunitario, y el Estado español y sus comunidades tienen que pelear para poner los cimientos de una agricultura y ganadería sostenible que garantice a largo plazo el sistema. La Unión Europea tiene que poner los mecanismos de intervención y preferencia comunitaria precisos para asegurar la alimentación de los 500 millones de habitantes que en ella residen, y para ello las explotaciones tienen que ser viables, logrando un precio justo por sus producciones.

 

No olvidemos que con aquellos ganaderos que se jubilan o abandonan se cierran granjas que nunca volverán a existir. Ni la agricultura, ni mucho menos la ganadería, pueden improvisarse: no se "fabrica" carne o leche, ni se crían remolachas de un día para otro, exigen una infraestructura compleja que no podemos permitirnos que se desbarate de un plumazo. Confío en que no tenga que llegar el día en el que vayamos al supermercado y nos digan que nos corresponden dos cartones de leche o un medio kilo de carne congelada. Porque si ha pasado en Portugal, que está tan cerca, puede que los siguientes seamos nosotros.

 

Los europarlamentarios consideran que la Comisión Europea es demasiado generosa en las negociaciones y que éstas no son equilibradas, ya que la UE no recibe concesiones equiparables a las que concede. Ahora nos encontramos que se ha hecho realidad uno de estos temores. Estamos en periodo de estudio y debate sobre la nueva PAC, tal vez sea conveniente no olvidar que la función más importante de esta política no es el mantenimiento del medio sino asegurar la alimentación, a un precio justo, de los 500 millones de habitantes.  

 

 

Jesús Domingo



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Aragón Liberal
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