3/22/2006

DERROCHAR AGUA ES MORALMENTE INSOSTENIBLE

Noticia publicada en el VIS, de interés para un nuevo modo de ver la gestión del agua, que podríamos denominar "solidaridad en la gestión".

CIUDAD DEL VATICANO, 18 MAR 2006 (VIS).-La Santa Sede participa en el IV Foro Mundial sobre el Agua que se celebra en Ciudad de México (México) del 16 al 22 de marzo. Convocado cada tres años, el Foro es una iniciativa del Consejo Mundial del Agua cuyo objetivo es sensibilizar a la opinión pública acerca de las cuestiones del agua y favorecer la participación y el diálogo entre múltiples sectores interesados para influir en la toma de decisiones políticas en busca del desarrollo sostenible.

En Ciudad de México, la Santa Sede presenta un documento que actualiza el elaborado para el III Foro Mundial del Agua celebrado en Kyoto (Japón en 2003) por el Pontificio Consejo "Justicia y Paz": "El agua, elemento esencial para la vida". Ese texto partía del concepto del agua como un bien clave para el desarrollo y un derecho de todo ser humano, reconocía la importancia del agua en las tradiciones religiosas y se centraba después en el tema de que tanto los gobiernos como la comunidad internacional deben afrontar la cuestión del agua, en los niveles social, económico, político y ambiental.

El documento actualizado subraya el papel esencial del agua en la paz y la seguridad, recordando que muchos conflictos estallan por el control de los recursos hídricos y pone como ejemplo la extrema sequía que ha intensificado las tensiones étnicas en el Cuerno de África y las disputas generadas en los países de Oriente Medio por la posesión de tierras irrigadas. En el apartado "Una cultura del agua", advierte de la inmoralidad del derroche del agua en los países desarrollados, donde los ciudadanos no se dan cuenta de que viven en una situación privilegiada y no piensan "en las consecuencias que el despilfarro del agua acarrea en las vidas de nuestros hermanos y hermanas en el resto del mundo".

Los dos últimos apartados están dedicados a la gestión de los recursos hídricos y a la respuesta a las catástrofes naturales. "Las decisiones relativas a la distribución del agua -dice el texto- deben obedecer al criterio de justicia. Se debe promover el derecho del ser humano al agua y a servicios de higiene seguros de forma tal que las desigualdades existentes se reduzcan y se favorezca un mayor bienestar de las personas menos afortunadas".

Por cuanto respecta a las catástrofes, el documento recuerda que muchas se producen no solo por causas naturales sino también por "el uso irresponsable y la explotación de los recursos de la tierra" y sugiere que los países pobres, ayudados por los más ricos, inviertan en medidas que limiten las consecuencias de sequías e inundaciones, recalcando que "iniciativas de ese tipo deben implicar la participación activa de la comunidad local, (...) que debe ser detalladamente informada de la repercusión, tanto en el medio ambiente como en sus vidas, de cualquier infraestructura construida con el propósito de reducir la vulnerabilidad de las catástrofes".

"El ser humano es el centro de las preocupaciones expresadas en este documento actualizado", concluye el texto, reafirmando que "el objetivo primario de todos los esfuerzos debe ser el bienestar de aquellos, hombres, mujeres, niños, familias y comunidades que viven en los lugares más pobres del mundo y sufren, más que nadie, por la escasez de recursos hídricos".