4/13/2011

Objetivo de la agricultura: alimentar al mundo

En los últimos años están apareciendo corrientes de pensamiento según las cuales los humanos nos vamos a alimentar de la contemplación, puesto que lo importante es conservar el medio, no obstante sabemos que estas corrientes no tienen un fundamento en la realidad y hasta puede ser positivo que alguno nos diga que nos pasamos y nos ayude  a rectificar pero está claro y así hay que considerarlas. El problema es otro y nos lleva a la pregunta: ¿Cómo alimentaremos al mundo?

No olvidemos que la situación a nivel mundial es cada día más complicada en cuanto al abastecimiento de alimentos en distintas partes del mundo. En los últimos meses hemos visto a través de los medios de comunicación, cómo los países de Oriente Próximo se rebelan contra la situación provocada por la falta de productos para alimentarse, ya que en la actualidad no hay suficientes, el principal detonante de las revueltas han sido la falta de alimentos a precios asequibles. Ante este hecho se plantea la siguiente duda: ¿es la crisis alimentaria coyuntural o estructural?

En este sentido, la Plataforma Tecnológica de Agricultura Sostenible opina que el incremento de los precios no responde solo a aspectos coyunturales, sino que se debe a problemas estructurales que van a necesitar respuestas decididas como: cambios muy importantes a nivel mundial en la utilización de los medios de producción, incluido aquí la superficie cultivable que es limitada y hay que rentabilizar eficientemente su utilización.

De hecho, para dar respuesta a la pregunta que planteamos hemos recogido la opinión de expertos que, en línea con todas las instituciones implicadas, (Comisión Europea, FAO, Administraciones Públicas españolas y el colectivo de investigadores que trabajan en este sector) instan a las empresas a promover y fomentar la innovación y su aplicación en los distintos ámbitos productivos.

Dos expertos responden a esta cuestión aportando soluciones desde la innovación y la tecnología.

Para Lamo de Espinosa, (Ingeniero Agrónomo, catedrático de economía de la EIA de Madrid y exministro de Agricultura), solo caben dos tipos de acciones: reforzar la oferta y buscar la seguridad alimentaria. La oferta, dado que no hay más tierras en el mundo para ser objeto de cultivo, solo cabe aumentarla con más riegos y más eficientes y con mejores dotaciones de plantas, es decir, con más genética y biotecnologías, o dicho de otro modo, con más OGMs.

Sin embargo, “la seguridad alimentaria habrá que planteársela por grandes bloques. Nosotros estamos en la UE y esta debe reformar su PAC para el año 2014. Pues bien, ya se alzan voces exigiendo esa 'seguridad alimentaria' y proponen volver a buscar algunas formas regulatorias que nos sitúen al pairo de las grandes conmociones de precios, lo que a su vez exige stocks de seguridad y alguna fórmula semejante a los viejos mecanismos de regulación. De no hacerse así las alzas de precios acaban golpeándonos -como ahora- sobre el IPC y -más tarde- sobre los salarios, y, por otra parte -cuando se trata de alzas en cereales- pienso su repercusión sobre la ganadería con cierre de explotaciones. Mi consejo es salir de esta espiral pues tales volatilidades han venido para instalarse entre nosotros”.

Por su parte Juan Velarde (consejero del Tribunal de Cuentas), reflexiona sobre la influencia que la evolución de los alimentos tendrá en la economía. Para el economista, “la preocupación por el incremento -obligado ante la evolución de los precios de las materias primas alimenticias en los mercados mundiales‑ en las cotizaciones de los alimentos debería tener un aspecto triple. Por una parte, dentro del proceso de redistribución de la renta, disminuye con más fuerza la de los pobres que la de los ricos, porque los primeros, como sabemos desde las estimaciones, en el siglo XIX, de Engel, gastan un mayor porcentaje de sus ingresos en alimentarse que los más adinerados”.

Según el consejero del Tribunal de Cuentas, “en el caso de España, este incremento repercute con fuerza en el IPC, lo que causa a su vez una doble consecuencia. Por un lado, debido al mecanismo de contratación colectiva, que incrementa automáticamente los salarios porque están indexados, lo que es tanto como disminuir la competitividad de las empresas, empeorando el saldo de la balanza comercial. Esto impulsa a sustituir mano de obra por equipo capital, o a veces, sencillamente, obliga a cerrar la empresa, todo lo cual crea desempleo. Finalmente -tercer aspecto‑, este fenómeno tiene lugar ahora en España en un momento de estancamiento productivo. Sencillamente impulsa la temida estanflación”.

Estas reflexiones nos han de llevar, una vez más, a exigir a la Unión Europea (UE) una Política Agraria Comunitaria (PAC) coherente con los fines de la agricultura y de la ganadería, que son: Asegurar el suministro de alimentos seguros y de calidad a los casi 500 millones de europeos y a una retribución justa a los agricultores y ganaderos, si más no, para asegurarnos que continúen en la brecha.

 
Jesús Domingo


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Aragón Liberal

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