"Sin cerdos no hay paraíso". Parece una máxima pero no, lo que si podría ser es el eslogan de una campaña pensada para salvar la dehesa, un ecosistema único en el mundo, que no sería viable si no estuviera ligado a la cría del cerdo ibérico. Forman una simbiosis casi perfecta.
Ciertamente que el jamón ibérico es caro, un jamón ibérico puro de bellota puede costar en el mercado hasta 300 euros la pieza, seis veces más que un ibérico criado con pienso, pero, aunque parezca mentira, el precio no es la principal diferencia entre los dos productos.
No olvidemos que cuando como consumidores elegimos un jamón ibérico de bellota hemos de saber que no sólo estamos pagando por un producto excelente, sino que está contribuyendo al sostenimiento de la dehesa, un ecosistema formado por bosques de encinas, alcornoques y robles mediterráneos (quejigos).
En España hay tres millones de hectáreas de dehesa, de las que 1,2 millones están en Andalucía, lo que representa cerca del 15 % del territorio regional.
Es importante no sólo desde el punto de vista económico sino, y de manera especial ecológico, es así que su importancia socieconómica de este ecosistema en Andalucía es tan grande que el Parlamento andaluz aprobó en julio de 2010 la pionera Ley de la Dehesa, con el objetivo de favorecer su conservación y poner en valor las producciones agroalimentarias que lleva aparejadas.
Si no se potencia la comercialización de los productos de la dehesa y se mejora la certificación de su "calidad diferenciada" se corre el riesgo de que desaparezcan las poblaciones e incluso la propia dehesa.
De todas las producciones agrarias de la dehesa la más importante económica y socialmente es el porcino ibérico, del que se obtienen los jamones de bellota tan apreciados por el consumidor refinado.
Se entiende que el precio de los productos sea elevado por el costo que tienen su producción. Un cerdo ibérico necesita una hectárea de dehesa para hacer su desarrollo completo, ya que puede llegar a comer hasta 10 kilos de bellota al día durante la fase de engorde, lo que supone cerca de 1.000 kilos por animal a lo largo de la montanera, que aproximadamente dura de octubre a marzo.
Jesús Domingo Martínez
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Aragón Liberal
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