2/03/2006

Algunos mitos del urbanismo progresista y el falso proteccionismo ambiental

Algunos progresistas tienen tan buen concepto de la izquierda que todo lo ven de color de rosa. Todo lo malo lo asignan a lo que llaman derecha retrógrada, sin considerar que en gran parte, los males del urbanismo derivan de la irrupción del pensamiento de izquierdas en la planificación urbanística.

De hecho la progresía urbanística tiene una tradición indiscutida de planificadora, de estructuradora de la realidad y, para ello, de la redefinición del espacio de convivencia: de planificación de grandes ciudades dormitorio, de implantación de importantes polígonos industriales, de división del espacio según su utilidad práctica en estamentos estancos. Y, sólo tardíamente, se han convertido a modelos más humanos como puede ser la adorada "ciudad mediterránea", si bien desde los planteamientos medioambientalistas; al tiempo que se quejan de que no peuden frenar la especulación urbanística.

En lo que sí consiguieron concentrar actividades fue en la exaltación de las "corralas", viviendas dormitorio, donde las actividades importantes se desarrollan ante la comunidad: WC´s colectivos, cocinas públicas, falta de salas de estar, paredes de papel, y un portero perteneciente al partido... aunque no hacía falta porque en ese ambiente, sin intimidad, el espionaje estaba servido.

Que la izquierda progresista añora ese modelo está claro: la Ministra de la vivienda con sus minipisos tendría, seguramente, ese modelo idealizado... pero siempre para otros, porque bien que los del "Partido" tienen y tendrán prevendas, chalets sencillicos, viviendas con amplios salones, etcétera.

El urbanismo de ideología de izquierdas ha llenado occidente de "plazas duras", de espacios racionalistas tan poco atractivos que lo mejor era ir de paso por ellos, no detenerse ahí (más aún si pega el zierzo zaragozano), salvo para las grandes exaltaciones colectivas.

La progresía urbanística es la que ha dominado la opinión en la planificación urbana occidental, aliada con promotores de viviendas que han visto que esa planificación ha supuesto la subida sin freno del precio del suelo y grandes plusvalías a repartir proporcionalmente entre ellos y los ayuntamientos, que han visto así solucionados todos sus problemas de financiación.

La progresía ambientalista es la que ha protegido "contra la vivienda" grandes superficies de nuestro territorio, dejando reducida la oferta de suelo a lo que los Promotores puedan vender, generando una escasez artifical de suelo que ha contribuido a relanzar esas plusvalías.

Es lógico que se añore un modelo de ciudad distinto, pero, como dice un gran amigo (JM), si no hay negocio no hay solución... ¿la añorada ciudad mediterránea, es posible?, es rentable?

Personalmente opino que sí es posible, pero requiere pensar e iniciativas. En la línea del pensamiento: ese modelo debería tener los servicios de proximidad, los parques y plazas acogedores en proporción suficiente (que sea agradable vivir ahí), que tenga solucionado el problema del transporte, colegios, comercios, etcétera... pero que también pueda vivir ahí una familia sin ser el espacio limitante para que pueda crecer, pueda tener con ella a los abuelos mayores o al familiar soltero...

Todo lo bueno cuesta, y -normalmente- la progresía y la vida no facilitan la tarea.

Aconsejo ampliar conocimientos con el lúcido artículo de Juan Freire:
http://nomada.blogs.com/jfreire/2006/01/los_culpables_d.html

Y no me importaría profundizar sobre las condiciones que harían posible esa ciudad ideal.

Federico R. de Rivera

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