La agricultura y la ganadería catalanas, al igual que la española y la europea, está sufriendo los efectos de la globalización. En este contexto hay presiones de ciertos colectivos para que Europa se convierta en comprador nato de productos alimenticios producidos en terceros países, de manera que con esta acción se les ayude a desarrollarse.
Por otra parte, la enorme volatilidad de los precios, especialmente de cereales y proteaginosas está poniendo en jaque a la mayor parte de los ganaderos, beneficiando a muchas pequeñas explotaciones extensivas que no les compensa y a unas pocas explotaciones grandes.
A la espera de que se presente el borrador de la Nueva PAC, que por lo filtrado parece que quieren que sea más verde y con una disminución de presupuesto cercano al 30 %, que sumado a la fuerte crisis que está reduciendo el consumo y promoviendo la bajada de precios al consumidor, el futuro es incierto a corto plazo. Por todo ello, pienso que en estos momentos es aconsejable que el que pueda aguantar que aguante y intentar aplicar una economía de escala, para lo cual caben dos cosas: invertir más en la propia explotación o unir varias. También unir cooperativas que permitan poder participar directamente en la cadena de distribución. Otros aspecto, al menos en ganadería, es la integración vertical.
Para mi gusto, ninguna de estas soluciones es buena en tiempos normales, pero recordemos que estos tiempos no son normales.
Jesús Domingo
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