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4/24/2009

“La agricultura y la ganadería en un mundo global” de Jesús Domingo



"L’agricultura y la ramaderia en un món global"



El pasado martes día 21 de abril, presentamos, en la sala de actos del Centro Internacional de Prensa del Colegio de Periodistas de Cataluña, el libro: "L’agricultura y la ramaderia en un món global", de Jesús Domingo, una colección de artículos publicados en varios medios de comunicación durante los primeros años del s.XXI.




Personalmente, soy novel en los aspectos relacionados con el mundo de la agricultura y la ganadería y, aun así, la lectura de los textos, se me ha hecho interesante y engrescadora. Sin duda, este es uno de los méritos y de sus valores intangibles: que una persona que no es del sector se pueda acercar y conocer el mundo rural. En este breve artículo, comentaré algunos aspectos que me han atraído especialmente y que creemos que pueden servir por animar a la lectura de la obra.


De entrada, en el libro, el profesor Domingo se nos presenta como un hombre más de la tierra, un labrador más, y esto nos lo dice explícitamente: “me considero un labrador más”. Y esta implicación tiene una clara consecuencia: el amor a la tierra. Este amor a la tierra lo trae a ensalzar los valores de los agricultores y los ganaderos con afirmaciones como “Durante siglos (incluso milenios) ha sido un modelo de esfuerzo, laboriosidad, de entrega y de sacrificio; su trabajo, al dar nuevas oportunidades a la vida, era considerado sagrado “ o cuando señala que “los valores culturales del mundo rural (de agricultor) son la solidaridad, la ayuda mutua, la generosidad, etc.”, defendiéndolos, además, de algunos absurdos ataques: “mientras los labradores sean considerados como los contaminadores primeros y principales, difícilmente los podremos pedir, y menos exigir, que sean escrupulosos en la aplicación de las buenas prácticas agrarias que tanto favorecerían la disminución de bióxido de carbono en la atmósfera” y llega a mostrar su punto de vista hacia algunos ideales y poner las cosas en su lugar: “Esperamos conseguir nuestro propósito de poner la actividad agrícola en el lugar que le corresponde, en uno de los momentos de la historia en qué más cuestionada se encuentra”.


Y todavía, como buen labrador, defensor del sector y amante de la tierra, Jesús Domingo presenta en la colección una alabanza a los productos que nos da la tierra, tanto agrarios como ganaderos o forestales: el pimiento, el huevo, el bosque, el ajo del "Pla de l'Estany", la cebolla, el tomate, el guisante, el maíz y, sobre todo, el vino, el cava, la fruta y el jamón, especialmente ibérico del cual afirma que es “una verdadera joya gastronómica que llega al nivel mundial del foie gras francés, del caviar iraní o de la ostra de la Arcade” o que “Así como el petróleo es a la energía y el oro a los minerales, el cerdo ibérico lo es al jamón”.


Una segunda consideración, que me parece significativa, se refiere al hecho que durante la lectura se respira en cada momento la tarea pedagógica que ha desarrollado su autor durante los últimos treinta años como maestro. Así, algunos de los artículos tienen un planteamiento absolutamente didáctico, es decir, muestran un evidente deseo de enseñar algo al lector. Esta idea a menudo se plasma en el texto a partir de la misma estructura, empezando por unas referencias históricas al tema o por alguna mención bibliográfica y, a partir de aquí, se desarrolla la argumentación o exposición hasta llegar a unas conclusiones o reflexiones finales. Con esta estructura, el lector puede profundizar en el tema de forma progresiva hasta la síntesis que recoge, sin duda, la idea que se había propuesto transmitir el autor. Esto, que se puede apreciar en muchos artículos como “Por apreciar más el jamón”, “El pimiento”, “L’ou en l'alimentació humana” o el excelente artículo sobre “El lledoner”. Y, aun así, este espíritu didáctico o pedagógico se lleva hasta las últimas consecuencias en algunos artículos que parecerían dirigidos a personas más especializadas en el sector agrícola y ganadero, como ocurre a la trilogía dedicada a el uso de productos fitosanitarios –“Prevenció en l'ús de productes fitosanitaris”, “Manipulació de productes fitosanitariis: riscos per a la salut” y “Emmagatzament i transport de productes fitosanitaris”.


Otro disparo significativo es el de la riqueza léxica de algunos textos al entorno de aspectos como el bosque en “Conocer nuestros bosques” con colectivos vegetales como alzinar, sureda, robledal, pinar, savinar, avetar, hayedo, verneda, olmeda, alameda, salzereda, gatelleda o la diferencia entre bosque y dehesa o la carne “En los placeres de la carne” con cordero o lletó, ternera, cerdo lletó, lechón, indiot, pollo, capó, faisán, perdiz o pato.


Adelantando algo más, otros hechos presentes en la obra son la experiencia y vivencias personales, se perciben en cada página del libro. Las propias vivencias aparecen en dos sentidos, uno más intimista, todo con frecuencia vestido con un cierto regusto de melancolía hacia la tierra y el paisaje castellano de la niñez o bien hacia el abuelo que, de buen seguro, lo orientó hacia al mundo agrario, cómo podemos observar al “vino y el espíritu o el vino en la bodega”. En otra línea el autor parte de experiencias personales anecdóticas, como ocurre, por ejemplo con “I de postre?, haciendo referencia a la carencia de fruta como postre en muchos restaurantes, un artículo que el mismo autor en una entrevista al Diario de Girona del seis de marzo reconocía como uno de los artículos predilectos. En otros casos, la vivencia se presenta a partir de alguna conversación informal con amigos o personas especialistas o interesadas en el sector agrícola o ganadero como ocurre, por ejemplo, a “La PAC amenaza las zonas de montaña” o a “Jabalíes? Peligro o gestión del jabalí”.







Aun así, Jesús Domingo, en esta obra, no rehuye el tratamiento de temas polémicos muy en el límite, como por ejemplo el cambio climático –sobre el cual indica que, pese a algunas informaciones, la agricultura no sólo no es un único causante sino que puede pararlo con la silvicultura y con la retención de carbono o con la acumulación de materia vegetal al suelo, el abuso que se hace del principio de precaución –que dice que a menudo se utiliza como “un auténtico jóquer para bloquear lo que sea” en referencia a la biotecnología-, la erosión y la desertización, la globalización, el sentido de ecología y protección del medio ambiente, los productos transgénicos o OMGs (organismos modificados genéticamente), el hambre al mundo, los disruptores endocrinos, la reforma de la PAC (política agraria comunitaria)... En todos estos temas, Jesús Domingo aporta información de medios de comunicación de prestigio y datos extraídos de artículos de autores prestigiosos o bien de instituciones internacionales. A partir de estos datos objetivadores, el autor mete baza mostrándose, en general, favorable a la biotecnología y a los transgénicos (a los cuales prefiere denominar como OGM) porque considera que aportan soluciones al problema del hambre al mundo y que las críticas que se hacen, a menudo son tendenciosas: “La realidad es la que la oposición a los OGM es más ideológica, política y, incluso, comercial que no relacionada con el medio ambiente o con la seguridad alimentaria”, esto sí, siempre anota que se han de evaluar los riesgos pero siempre desde una vertiente estrictamente científica y evitar lo que se denomina “la histeria alimentaria” atizada por algunos grupos ecologistas sobre los cuales se pregunta: “¿Se convertirán en la nueva inquisición europea?” a “Somos transgénicos”, ahora bien, también señala que “No es mi pretensión la defensa desde estas líneas la libertad absoluta, sin estorbos ni limitaciones, en el uso de la biotecnología (...) creo que debemos tomar las precauciones debidas y oportunas” dice en (“Una herramienta de progreso: la biotecnología”).


Y todavía, como hecho curioso podemos mencionar un aspecto que últimamente es noticia, el moobing rural, Jesús Domingo ya lo denunciaba y criticaba el año 2003 en el artículo “La ciudad y el campo o a vil·la i a pagés” dónde llega afirmar sobre algunos visitantes rurales de fin de semana que “en algunos casos, están tan acostumbrados al mal olor de las cloacas y de los humos de los vehículos que la proximidad de una granja hiere sus narices”.


Y para acabar, y cómo podemos intuir a raíz de la mención anterior, al fin y al cabo, el autor lo aliña con una fina ironía que en algunos casos se denota por el mismo título del texto: “Unos delincuentes” –refiriéndose a los agricultores y ganaderos-, “Somos transgénicos”, “Entre el león y la cobra”, “El lobo y el bienestar porcino”, “Medio ambiente retórico y real” o “Pasaporte americano”. En otras ocasiones, se nos desvela una sonrisa con comentarios cómo: “Como pasa con otros muchos productos, el precio también puede ser indicativo de su calidad, aunque este aspecto sea del que menos nos podemos fiar” o “Los agricultores son conscientes y conocen el riesgo (del fuego), por eso es por lo que pocas veces son imprudentes; de otros que visitan los pueblos los fines de semana, tal vez no puedan decir el mismo”.


En conclusión, el libro “L’agricultura i la ranadería en un món global” es una herramienta útil para el conocimiento del mundo rural, de su presente y futuro así como algunas reminiscencias del pasado (que le dan interés arqueológico, como ocurre por ejemplo con “El lledoner” dónde vemos referentes históricos sobre el árbol, su morfología, hojas, frutos, madera, hábitat y los antiguos usos: de la madera, herramientas, de las raíces, colorantes del lledó, bebidas alcohólicas, curativas y aceite, además de la munición de los antiguos “petadors”, de las hojas, forraje y de todo el árbol, el ornamento.


Destaca el espíritu crítico pero con voluntad objetivadora con un tono divulgativo que facilita la comprensión al no especializado sobre temas de gran alcance como los transgénicos, la ecología o el cambio climático. Y todo esto, rodeado de una cierta melancolía sustituida, en ocasiones, por una fina ironía. Por todo ello, nos felicitamos de la publicación del libro, felicitación que dirigimos especialmente a su autor, Jesús Domingo, y que hacemos extensiva a las entidades que la han posibilitado, la Cámara de comercio de Girona, Agroprés y la Llotja de Contratación de Girona.


Fèlix Bruguera Ligero

9/18/2007

El precio del trigo y la especulación


El precio del trigo y la especulación


Cartas al director.

Con motivo de las subida de los precios de algunas materias primas para la preparación de alimentos se ha creado una sensación aumentos en los precios generalizados y desproporcionados de estos, así algunos han dicho que la barra de pan subirá hasta un euro. En este sentido, me parece conveniente recordar que el precio del cereal solo representa el 10 por ciento del coste de producción del pan, es decir, unos seis céntimos de los sesenta que habitualmente cuesta una barra. Si el precio del cereal se ha doblado, si hasta ahora la materia prima (trigo) representaba un coste de 6 céntimos por barra de pan, a partir de ahora será de 12, si el resto de inputs no han aumentado, el precio para el consumidor sería de 66 céntimos. ¿No le parece, Sr. Director, que todo lo que supere esta cantidad será especulación?

Seguro que del agricultor al consumidor hay margen para disimular la subida y que no se genere alarma social. De lo contrario pasará como casi siempre: el agricultor es el malo y el consumidor el pagano.

Domingo Martínez Madrid

9/15/2007

Ecológicos los biocombustibles?

¿A quién creer?

En la edición de este mes de la revista Science, investigadores, presentan los resultados del primer análisis exhaustivo de las emisiones derivadas del uso de biocombustibles, se dice que "los biocombustibles no son la respuesta"

En la edición de este mes de la revista Science, investigadores de la Universidad de Leeds y del World Lands Trust, del Reino Unido, presentan los resultados del primer análisis exhaustivo de las emisiones derivadas del uso de biocombustibles, se dice que "los biocombustibles no son la respuesta"

Según los científicos, el incremento de la producción de biocombustibles para combatir el cambio climático podría despedir nueve veces más dióxido de carbono durante los próximos treinta años que el que despiden los combustibles fósiles.

Reconocen, no obstante, que los biocombustibles, producidos a partir de combustibles que se extraen de plantas, se describen como la alternativa ecológica a los combustibles fósiles. Uno de los argumentos a su favor es que los cultivos para combustibles absorben dióxido de carbono de la atmósfera a medida que crecen. No obstante, este argumento podría ser erróneo, según los científicos. Los datos que aportan no demuestran lo contrario.

"En la Unión Europea y en Estados Unidos se está haciendo un gran fomento de los biocombustibles como modo de reducir las emisiones de dióxido de carbono. Lo que hacemos aquí tiene un impacto sobre el resto del mundo. A pesar de que los biocombustibles pueden parecer una buena idea en lugares como Europa, tienen un efecto contraproducente si se toma en consideración el resto del mundo", concluye el estudio. Pero repito, no aportan ningún dato real a pesar de afirmar que es el primer análisis exhaustivo, todo queda basado en que para producir biocumbustibles se han de talar bosques, premisa que no se contempla en los planes actuales.

Por otra parte, hemos leído también que los EE.UU. alientan la producción y el uso del biocombustible como opción de desarrollo y para mitigar el impacto ambiental de emisiones de gases de efecto invernadero de los derivados del petróleo. Conforme con un grupo de especialistas representantes de los Estados Unidos, el biocombustible está dando resultados muy favorables en la producción agrícola y en la producción de alimentos.

Los representantes de EE.UU ponen como ejemplo Brasil, creen que la experiencia en dicho país "ha sido positiva, ya que ha contribuido a aumentar la producción agrícola y ha generado valor agregado a las industrias", conforme con el documento del encuentro de representantes de los distintos países de la región.

Consideran que el rápido crecimiento es uno de los aspectos que han estimulado el debate existente entre la producción de biocombustible y la producción de alimentos.

Reitera que en el caso particular de Estados Unidos se demostró que es factible responder a la creciente demanda de biocombustible y atender la creciente demanda de alimentos. Asimismo, recomienda abrir códigos para producir de manera eficiente y barata.

JDM

El laboreo de conservación. ¿Básico para una agricultura sostenible?

El laboreo de conservación. ¿Básico para una agricultura sostenible?

Según un estudio, el laboreo tradicional supone una velocidad de pérdida de suelo entre 10 y 100 veces superior a su creación.

Según un estudio de la Universidad de Washington, en el que se ha analizado durante varios años los procesos de destrucción y creación de suelo agrícola, el laboreo tradicional supone una velocidad de pérdida de suelo entre 10 y 100 veces superior a su creación. De hecho la erosión de los suelos ha sido en el pasado causa de migraciones de pueblos y civilizaciones.

Y es que la erosión de las tierras agrícolas con laboreo tradicional es similar a la de terrenos naturales en pendiente, del orden de 1 mm al año, diez veces a la erosión media mundial a largo plazo de una décima de milímetro, que es la tasa de reposición del suelo.

La creciente demanda de materias primas agrícolas puede suponer una importante amenaza medioambiental en la medida que aumenta la presión para roturar tierras, con la erosión y degradación del suelo que esto conlleva.

En estas circunstancias considero imprescindible adoptar las técnicas de la laboreo de conservación, como siembra directa y no laboreo para conseguir una agricultura sostenible en las circunstancias actuales. Aunque, como siempre aparecen detractores de todas las nuevas técnicas, se culpe al no laboreo de la plaga de ratones, o de la degradación de la biodiversidad, se trata de técnicas que además de reducir costos son básicas para conseguir una agricultura sostenible.

Domingo Martínez Madrid