PANAMÁ, miércoles 12 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Monseñor Renato Volante, observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, propuso dar prioridad a la agricultura para eliminar el hambre, en la 31 Conferencia Regional de la FAO para América Latina y Caribe, celebrada en la Ciudad de Panamá del 26 al 30 de abril.
El representante vaticano dijo que "la garantía de la seguridad alimentaria sigue siendo un tema central" y destacó que en esta región hay señales positivas "que demuestran la eficacia de las estrategias generales de desarrollo rural, de las políticas de reforma agraria y de las diversas iniciativas actuales en áreas concretas para eliminar el hambre y la malnutrición".
Todo esto, reconoció, ha sido posible por el esfuerzo conjunto de los gobiernos y de la FAO, así como el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentación (PAM), y permite a la región en su conjunto "presentar un nivel de inseguridad alimentaria menos preocupante respecto a otras situaciones regionales, aunque no podemos olvidar en este momento las necesidades relacionadas con la seguridad alimentaria en todo el área".
En este sentido aludió a la actual situación de Haití que "llama a todos los países a la responsabilidad de proteger a las poblaciones más pobres del siempre inminente riesgo del hambre".
El prelado señaló que en el compromiso futuro "parece emerger con mayor fuerza el papel central de la agricultura en la actividad económica y su aportación determinante a un desarrollo realmente sostenible".
Y subrayó que "la Santa Sede está convencida de que la falta de atención hacia tal orientación podría limitar los resultados esperados, sobre todo allí donde pesan con más fuerza el subdesarrollo, la desnutrición y la degradación ambiental".
Recordó que con las exigencias del mundo rural se conectan dos cuestiones importantes. En primer lugar, "la tutela de los ecosistemas agrícolas y forestales, condicionados por la variabilidad de los cambios climáticos a los que se atribuyen eventos aluvionales o la rápida desertificación que están golpeando también áreas y poblaciones hasta ahora inmunes a tales fenómenos".
En segundo lugar, "el creciente papel de las nuevas técnicas de trabajo agrícola y el apoyo que estas reciben". "La investigación –precisó- debe encaminarse a reforzar la producción agrícola a causa de la creciente demanda de alimentos, no olvidando nunca que la prioridad del uso de los alimentos es, como la misma palabra indica, la alimentación, y reconociendo además la sostenibilidad de la producción agrícola y la tutela del ambiente".
El representante vaticano agradeció la atención prestada por esta conferencia a la propiedad agrícola familiar y a su función como sujeto económico. Pero advirtió que "esto no debe hacer olvidar que la familia rural, además de participar directamente en los procesos y opciones decisionales, debe ser considerada en su realidad natural que la configura como custodia de valores, de sentido de solidaridad, de amor hacia los más débiles y, al mismo tiempo, como garante de métodos de producción correspondientes a las características del territorio y de los ecosistemas".
Concluyó reiterando la "disponibilidad de la Iglesia católica, de sus conocidas estructuras y formas de organización" a contribuir al esfuerzo de la FAO, conscientes, dijo citando la encíclica Caritas in Veritate, de que "eliminar el hambre en el mundo se ha convertido, en la era de la globalización, también en una meta a perseguir para salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta".
Por Nieves San Martín
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