7/04/2006

El fracaso de la planificación en materia de aguas.

La joya de la corona del partido socialista en materia de aguas era, sin duda ninguna, la planificación hidrológica.

Para lograr ese fin modificaron substancialmente la ley centenaria de aguas para hacerla moderna y progresista, estableciendo la necesidad de planificación a nivel de cuenca hidrográfica y a nivel del estado español. Planes de cuenca y estatal eran la futura panacea para la buena y racional gestión del agua.

Esos principios progresistas se incorporaron en el ordenamiento hidráulico de la UE, consagrando la unidad de cuenca como unidad de gestión integral del agua, si bien, ante la singularidad de la Europa húmeda, se pivotó esa planificación en los aspectos relacionados con la calidad del agua.

En España desde 1985 se trabajó contra reloj y se elaboraron los planes de cuenca, aprobándose todos ellos, en general, con amplios consensos. Hay que tener en cuenta que esos planes, igual que el nacional, fueron elaborados por técnicos puestos por el gobierno socialista y siguiendo la mentalidad planificadora estatalista propia de ese partido. Eran todos esos planes de corte similar a los quinquenales de la Unión Soviética, lo que nos debería haber alertado de su imposible aplicación.

Cuando el Partido Popular tuvo que poner la guinda a los Panes de cuenca, reduciendo en mucho la programación socialista, se encontró que toda aquella estructura de futuros se desmoronaba. Y quien cavó para que eso pasara fue el mismo que nos embarcó a todos en el sueño planificador. El mismo PSOE planificador y trasvasista se convirtió en el bastión de la gestión de la demanda con tintes aparentemente liberales y la negación de los trasvases.

Pero también se comprobó que el mismo PSOE, diseñador de las infraestructuras básicas de la planificación de cuenca, es ahora el enemigo acérrimo de los planes que entonces propuso.

¿Rectificación a tiempo? ¿Oportunismo político? Yo diría que ambas facetas se entrelazan.

Rectificación porque a la hora de hacer han surgido alternativas con perspectivas diferentes que obligan a rectificar las posturas anteriores. Caen por esa acción los embalses de Santa Liestra y Biscarrués en el Ebro, Castrovido en el Duero, y se paralizan otras muchas actuaciones.

Oportunismo político porque la rectificación no ha seguido criterios éticos sino incorporar a la sinergia socialista a todos los grupos radicales ecologistas en esa nueva vocación del PSOE que es la añoranza del Comunismo.

Y es en esa añoranza donde el oportunismo hace imposible la rectificación a la mentalidad planificadora. El plan que ellos diseñaron no sirve. Ahora buscamos otra planificación que, con menor regulación, gestione más recurso redefiniendo las necesidades. ¿Nos esperan otros veinte años de programa para vender aire?

Porque ahora los planes de cuenca son ya planes medio ambientales, enlazando competencias estatales con las autonómicas más consistentes. Se planifica para los que no pagan: que son los indicadores de calidad y los caudales ecológicos, excluyendo al ser humano de la misma y transformándolo en el "agresor necesario".

Ciertamente la calidad del agua es importante, su cuidado es labor del gobierno. Las medidas protectoras del medio ambiente son labor de las autonomías. Pero la economía es tarea principal de todas las naciones. Nos asociamos para progresar en ese aspecto, ya que si eso va bien, con nuestra propia libertad podemos hacer otras muchas cosas.

Y quizá, para dejar definitivamente enterrada la Planificación hidrológica, debamos volver a los denostados planes de obras hidráulicas que permitían, en cada momento, definir y racionalizar el esfuerzo público inversor según las necesidades cambiantes de nuestra economía.

Apunto que también es posible, como dice un amigo, Maestre de Campo, que seguir planificando orientados a nuevos regadíos es como conducir al precipicio.

Inercia hay en los Estados para cambiar sus presupuestos económicos. Curiosamente es en ellos donde pediría cintura y elasticidad para asumir adecuadamente la coyuntura económica cambiante; y en otros aspectos, como el de la institución familiar, pediría menos cintura; es decir, seguir apostando ahí por los antiguos modelos que siguen siendo los más adecuados.

frid

1 comentarios:

Ignacio dijo...

Lo mejor es que el plan, como los pantanos....es de Práxedes Mateo Sagasta cuando era comisario en Zapragoza; debe ser muy evidente su necesidad porque sigue vigente.