5/30/2006

Chaves y el bloqueo del agua

Los Estatutos de Autonomía se han convertido en esta legislatura socialista en Estatutos constituyentes de los nuevos estados confederales que propicia la minoría minoritaria representada por Llamazares y compañeros fósiles.

Sin embargo, parte de esa minoría mueven los hilos de la disgregación dentro de un partido que dejó ya de ser obrero en su anterior singladura legislativa, la de los pelotazos.

Hoy se empeñan el arrojar lejos de sí la E de España y progresan hacia la confederación de naciones insolidarias, reivindicativas, con competencias exclusivas en lo que consideran que es ganancia, que luego ya vendrá el tiempo de pactar o de conquistar.

Sumándose a este grupo aparece Manuel Chaves con rotundidad y con razones. Dice así el artículo 50 de su Estatuto de la Insolidaridad Andaluza: “La Comunidad Autónoma de Andalucía ostenta competencias exclusivas sobre la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir, sin perjuicio de la planificación general del ciclo hidrológico, de las normas básicas sobre protección del medio ambiente y de las obras públicas hidráulicas de interés general”.

Ahí va ese órdago. No dice siquiera “competencias exclusivas sobre la parte de la cuenca del Guadalquivir que pase por mi territorio”, es todita la cuenca a detrimento de los socialistas viejos como Ibarra al que una vez más le han tomado la delantera, de los socialistas que rigen Castilla-La Mancha y, esos no importan, los murcianos.

Esa competencia es, por supuesto, irrenunciable. La ley del botijo pasa de Aragón y Cataluña al extremo oriental peninsular. La plaga de la insolidaridad es contagiosa.

Por contraste, la lesionada Constitución es tozuda. “Artículo 149.1.22 sobre competencias exclusivas del Estado: La legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos hidráulicos cuando las aguas discurran por más de una Comunidad Autónoma” y 149.3 “Las materias no atribuidas expresamente al Estado por esta Constitución podrán corresponder a las Comunidades Autónomas, en virtud de sus respectivos Estatutos”.

Con estos precedentes, de los que el chascarrillo andaluz es solo uno más, es razonable que algunos pensemos que la Constitución española ha sido herida, definitivamente, de muerte. La realidad nacional, la vida y el desmadre nacional van por otro camino. Ya no hay Constitución sino cadáver sin enterrar y oportunidades para legislar, cuanto antes mejor, contra todos los demás.

Esta es la unidad, solidaridad y concordia que nos ofrecen ZP y sus compañeros de viaje.

Federico R. de Rivera

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy oportuno.
Antonio.