5/02/2006

Gestión del agua: clave para satisfacer la necesidad mundial creciente de alimentos


Con motivo del Día Internacional de Meteorología Agraria, la FAO emitió un documento titulado “Gestión del agua: clave para satisfacer la necesidad mundial creciente de alimentos”, documento que dado el interés me ha parecido conveniente hacer un comentario.

El documento dice: “Con 852 millones de personas en el mundo que sufren de subnutrición crónica y un aumento previsto de la población de 2.000 millones de personas para 2030, sólo será posible alimentar a este creciente número de personas y reducir el hambre si se logra incrementar considerablemente el rendimiento agrícola. El aumento de la producción alimentaria dependerá en gran medida de las inversiones en gestión del agua.”

Hay que reconocer que la agricultura es el sector que más agua dulce utiliza, alrededor del 70 por ciento del total extraído. Conforme los recursos hídricos disminuyen y se intensifica la competencia de otros sectores por el agua, el sector agrícola enfrenta un complejo desafío: producir más alimentos de mejor calidad usando menos agua y asegurar la sostenibilidad del medio ambiente. Objetivos, ciertamente, difíciles de conseguir por los que por nuestra profesión tenemos el digno deber de alimentar a la humanidad.

La disponibilidad de agua varía enormemente según las regiones, y en algunas zonas es muy escasa. Sin embargo, incluso en zonas con un suministro hídrico limitado, la irrigación puede incrementar mucho la productividad agrícola y es fundamental para mejorar la seguridad alimentaria.

Casi toda el agua usada para cultivar se obtiene de la humedad del suelo aportada por las lluvias. La irrigación proporciona solamente un 10 por ciento del agua destinada a la agricultura, pero tiene una función vital. Cuando llueve poco o con irregularidad, la irrigación garantiza la producción agrícola y permite a los agricultores diversificarse e invertir en opciones agrícolas más productivas, lo cual no sólo significa una mayor seguridad alimentaria y una mejor nutrición para la población rural, sino también la creación de empleos, mayores ganancias y mejores oportunidades comerciales.

Y es que la productividad de las tierras de regadío es aproximadamente tres veces mayor que la de las mismas tierras de secano. Aún cuando la agricultura de regadío cubre apenas el 20 por ciento de las tierras cultivadas del mundo, contribuye con el 40 por ciento del total de la producción de alimentos, según en que zonas, en producciones, estos datos son superiores.
Los recursos hídricos subexplotados de algunas zonas de África ofrecen grandes posibilidades para el riego, sobre todo mediante la utilización de tecnologías sencillas y poco costosas. África usa menos del 6 por ciento de sus recursos hídricos renovables, comparado con el 20 por ciento en Asia. Además, en África se riega sólo el 7 por ciento de la tierra cultivable, comparada con el 38 por ciento de Asia.

Incrementar la eficacia:

Los pequeños sistemas de recolección de aguas, riego y drenaje realizados en el ámbito de las comunidades rurales con mano de obra local, ofrecen una opción eficaz y de bajo costo para mejorar la gestión del agua. Estas soluciones no tienen por qué ser complicadas y, en ocasiones, suponen cambios menores en la manera de hacer las cosas.

La captación de agua (recogerla en estructuras que van desde surcos hasta pequeñas presas) permite al agricultor conservar el agua pluvial y dirigirla a los cultivos. Del mismo modo, dirigir el agua sólo donde es necesaria, como sucede en el riego por goteo, a menudo es más eficaz que anegar campos enteros o usar aspersores.

“Es necesario instaurar estrategias de gestión de los recursos hídricos cuidadosamente estudiadas, junto con programas destinados a mejorar la eficacia y la productividad en la utilización del agua,” dice el documento de la FAO.

Los sistemas públicos de irrigación −que representan el grueso de los sistemas de riego en el mundo− han contribuido a reducir la pobreza y a disparar la producción agrícola en Asia, el Cercano Oriente y en algunas partes de América Latina, pero muchos de estos sistemas están anticuados y afrontan actualmente el desafío de su modernización.

“Es necesario contar con mejores infraestructuras y servicios hídricos más flexibles y fiables para hacer frente a la evolución de las condiciones del mercado y a las prioridades sociales y ambientales", señala el mismo documento.

El crecimiento económico sostenible en muchos países en desarrollo sólo es posible por medio de un fuerte sector agrícola. Para incrementar la producción alimentaria de manera sostenible, se vuelven necesarias sustanciales inversiones públicas y privadas en infraestructura, tecnología y perfeccionamiento de la capacidad técnica de los agricultores y de los responsables de la gestión del agua. La mejor ordenación del agua es el motor de crecimiento del desarrollo rural. ¿Por qué no lo entienden así los políticos ni los ecologistas?

Jesús Domingo Martínez

1 comentarios:

Anónimo dijo...

nostoy dacuer

zuspecho ademáx

feministo