Cuando la tierra tiene un contenido de humedad superior o inferior a este nivel ideal, un aumento de la profundidad de la aplicación puede reducir el riesgo de pérdidas. En condiciones de humedad adecuadas, la profundidad idónea de aplicación es de 15 cm, en el caso de suelos de textura fina y de 20 cm en suelos de textura arenosa.
En suelos muy húmedos, la profundidad no suele ser suficiente para reducir las pérdidas, ya que el canal de aplicación queda abierto y se convierte en una salida del gas. En estos casos, sería aconsejable usar algún dispositivo que cerrara estos canales. Los expertos aconsejan que el mejor test para saber si hay pérdidas, es volver a la zona de aplicación y oler. Si después de un rato de que el amoniaco se haya aplicado, sigue oliendo, es prueba de que hay escapes.
JDM
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