Y es que la alimentación a base de bellota hace que la grasa del jamón sea rica en ácidos grasos monoinsaturados, como el ácido oleico, considerados como las grasas más saludables.
En concreto, el jamón ibérico es un producto único en el mundo dentro de la denominada dieta mediterránea cuya presencia se remonta a la época romana.
Las características físicas que mejor definen a este producto tan característico son la estrechez de la caña, el color de la uña y lo estilizado de su silueta.
En cuanto a las características organolépticas vienen determinadas principalmente por tres factores. La gimnástica funcional del animal, es decir el ejercicio que realiza cuando se ceba en el campo, ya sea a base de los recursos de la dehesa, bellotas y pastos, o de pienso que produce una especial textura y una dureza muscular de las piezas que constituyen la base anatómica de los jamones.
Los otros dos factores son la raza del animal y su alimentación durante la fase de engorde que produce un alto nivel de grasa intramuscular (veteado) y el tipo de grasa hace que el jamón al corte presente un aspecto muy brillante y untuoso.
La alimentación a base de bellota hace que la grasa del jamón sea rica en ácidos grasos monoinsaturados, como el ácido oleico, considerados como las grasas más saludables. Como curiosidad, el contenido en colesterol es más bajo que el de carnes magras como pollo o pavo. Por otra parte, el jamón ibérico aporta vitamina E, vitaminas del grupo B y ácido fólico. Tiene un importante contenido en hierro y proteínas de alta calidad y digestibilidad.
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