7/20/2007

Estudio del Cambio Climático en los Glaciares de Ordesa y Monte Perdido

Nuestro Consejero de Medio Ambiente estudia el Cambio Climático a través de los Glaciares de Ordesa

Un dato: el retroceso de los glaciares está datado desde 1868... cuando se observó que retrocedían los glaciares de los Alpes Suizos. Interesante estudio que constata un hecho ya sabido pero que tiene repercusiones en la "mejora" del clima.

El consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, acompañado de guardas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y de otros montañeros, asciende hoy al Monte Perdido. Si las condiciones meteorológicas lo permiten, se alcanzará la cima, a 3.355 metros, tercera cumbre más alta de los Pirineos. En este macizo se encuentra el Glaciar de Monte Perdido o Tres Sorores, que próximamente será declarado Monumento Natural por el Gobierno de Aragón. 
 
 
 
Esta es la primera salida oficial del consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, en la nueva legislatura. De esta forma, Boné ha querido subrayar la importancia de este lugar emblemático para Aragón, así como el compromiso del Gobierno autonómico en la lucha contra el cambio climático, que está provocando un fuerte retroceso en los glaciares.
 
 El Gobierno de Aragón ha potenciado el área de prevención del cambio climático a través de la Dirección General de Calidad Ambiental y Cambio Climático, que dirige Marina Sevilla, y de su Oficina Aragonesa de Cambio Climático. El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido ha programado una serie de labores orientadas a la observación de forma estandarizada de los cambios que se producen en la masa, volumen, superficie y longitud del glaciar de Monte Perdido a lo largo del tiempo. Se pretende calcular el balance de masa glaciar anual, y disponer de una serie histórica de datos lo más completa posible para conocer su evolución. Entre otras actuaciones, se realizarán trabajos de campo con GPS. 
 
 EL GLACIAR DE MONTE PERDIDO 
 
El consejero Alfredo Boné inició los trámites para declarar como Monumento Natural el Glaciar de Monte Perdido o Tres Sorores en 2006, tras asumir el Gobierno de Aragón la gestión del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El expediente ya ha sido sometido al periodo de información pública, sin que se haya presentado alegación alguna, y ha la aprobación de la Comisión de Ordenación del Territorio. También han sido informados tanto el Patronato del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido como el de los Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos. Para su declaración definitiva, mediante Decreto del Gobierno de Aragón, sólo falta un último informe jurídico. La declaración permitirá una gestión más coordinada y coherente de las medidas de protección de todos los glaciares pirenaicos, que están sufriendo un serio retroceso debido al cambio climático.  
 
 
El Glaciar de Monte Perdido está incluido ya dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. La cara norte del Monte Perdido es uno de los complejos glaciares pirenaicos de mayor interés, debido a sus notables dimensiones y su especial morfología, así como su disposición en graderío. El glaciar, de 43 hectáreas, se encuentra por encima de la cota de 2.700 metros y ha quedado dividido, por su dinámica de regresión, en dos áreas: el Inferior, de una superficie aproximada de 35,1 hectáreas, y el Superior, de 8,1 hectáreas. Esta extensión sólo es superada en el Pirineo por el macizo de Aneto-Maladeta. 
 
 GLACIARES PIRENÁICOS 
 
Los glaciares del Pirineo aragonés son los más meridionales de Europa y únicos que quedan en la Península Ibérica. Fueron declarados Monumentos Naturales por las Cortes de Aragón, con Ley 2/1990. A esta declaración se sumó la aprobación del Plan de Protección y ampliación de la superficie del Monumento Natural por el Decreto 271/2002 del Gobierno de Aragón. Se localizan en una franja de 90 kilómetros y 2.411 héctareas.
 
Son un total de 20 glaciares, agrupados en siete macizos pirenaicos situados entre los valles del río Gállego, por el oeste, y Noguera Ribagorzana por el este. Son los glaciares más meridionales de Europa. Son los del Macizo del Balaitus (glaciar de las Frondellas y de la Brecha Latour); Macizo de los Picos del Infierno (glaciar del Infierno I y II); Macizo de Vignemale (glaciar del Clot de la Hount y de Labaza); Macizo de la Munia (glaciar de Robiñera); Macizo del Posets (glaciar del Posets, de la Paul y de Llardana; Macizo de Perdiguero (glaciar de Literola); Macizo de Aneto-Maladeta (glaciar de Salenques, de Tempestades, de Barranos, de Aneto, de la Maladeta, del Alba, de Coronas, de Llosas y de Vallibierna. Los Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos con los últimos vestigios de las masas de hielo que han configurado plenamente las formas de la cordillera en el Pirineo Aragonés. Su escasa superficie, el hecho de estar separados entre sí y de ser ecosistemas apenas degradados por el hombre, los convierten en paisajes suficientemente significativos, frágiles, excepcionales y valiosos como para que fuera necesaria proteger la geología, fauna y vegetación, entre la que destaca una gran variedad de especies endémicas vinculadas a esto glaciares. 
 
 ESTUDIOS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO EN ORDESA
 
 El estudio de las repercusiones del cambio climático sobre la biodiversidad es una de las líneas de trabajo prioritarias de la Unidad de Investigación del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, creada en 2006 por el Gobierno de Aragón tras asumir la gestión del Parque. Los estudios se están centrando en las poblaciones de vertebrados alpinos y de anfibios. En concreto, se analizan las poblaciones de paseriformes alpinos (aves como el gorrión alpino, acentor alpino, treparriscos, colirrojo tizón, collalba gris y bisbita alpino) y de rana pyrenaica. Las especies que ocupan los ecosistemas alpinos están especialmente amenazadas por el efecto del cambio climático global ante la inminente reducción de extensión y aumento del aislamiento que inevitablemente sufrirán sus hábitats. Las comunidades de paseriformes territoriales son indicadores excelentes de las variaciones en las condiciones ambientales por su enorme sensibilidad ante los cambios en la abundancia de los recursos y por la posibilidad de obtener censos precisos de los mismos. Por su parte, los anfibios están especialmente amenazados por el cambio global y se encuentran en declive generalizado en todo el mundo desde la década de los años 50.  
 
 
Se han finalizado recientemente los censos de las especies de aves que habitan las cimas del Parque Nacional. El muestreo se ha desarrollado en un área cercana a la Brecha de Rolando entre 2650 y 3000 metros de altitud y más de 200 hectáreas de extensión.  El principal resultado obtenido es que todas las especies observadas en los censos de hace dos décadas siguen presentes en el área de estudio.   Es decir,  aparentemente no se han producido cambios drásticos en su medio, y por lo tanto el cambio climático ha tenido un efecto relativamente pequeño hasta la fecha en las aves de estos ambientes y no se pueden considerar todavía en peligro. Sin embargo, la valoración precisa de la magnitud de este efecto a lo largo de las dos últimas décadas va a ser analizada en detalle durante los próximos meses. Finalmente será necesario repetir los censos el año que viene para confirmar que las tendencias identificadas son consistentes y no producto de la variación interanual. En cuanto a la rana pirenaica, se están estudiando sus hábitats y se está realizando el censo de la especie en los tres valles principales del Parque (Arazas, Bellos y Yaga).
 
 
 
Como primeras conclusiones, este año ha sido excelente para esta especie en los barrancos que presentan mayores caudales, donde se han observado tamaños poblacionales importantes, tanto en lo que se refiere al número de adultos como al de larvas. No obstante, los acuíferos no se han superado todavía del efecto de la sequía del año pasado. La baja innivación ha provocado que los caudales sigan siendo escasos, e incluso que se hayan secado fuentes por primera vez en las últimas décadas. Afortunadamente no se han detectado indicios de las enfermedades emergentes que están causando mortalidades masivas de anfibios en otras zonas del Pirineo.
 

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