Sólo unas líneas para trazar una somera trayectoria de lo que ha sido el Ministerio de la mano de Elena Espinosa.
Primero quiero decir que el cambio en la cúspide del Ministerio de Medio Ambiente y Medios Rural y Marino (MARM) ha cogido por sorpresa, con el píe cambiado, a todo el sector, ya que si era aún dudosa una posible crisis de Gobierno que el propio Zapatero negaba, nada parecía indicar que Elena Espinosa saliera del Ejecutivo tras más de seis años en el cargo y a falta de año y medio para el fin de legislatura.
La trayectoria de Espinosa a lo largo de este período ha sido desigual. Comenzó con mal pie, ya que apenas unas horas después de tomar posesión tuvo que afrontar en Bruselas las durísimas negociaciones de los cultivos mediterráneos –aceite, algodón y tabaco-, cuyos resultados fueron malos para España, desde mi punto de vista y del de casi todo el sector, aquí se produjo el primer patinazo, pues se afrontaron mal dejando de lado la postura del Ministro anterior, podríamos decir que se dejó ver cual sería el estilo del Gobierno, no solo del Ministerio, frente a las negociaciones con la Unión.
Poco a poco se fue haciendo con los mandos de un entonces Ministerio de Agricultura para acabar la primera legislatura con solvencia y una imagen consolidada dentro del sector, ya que ante la opinión pública ha mantenido un perfil bajo que la ha situado entre los ministros menos conocidos.
En todo caso, su labor le valió para que el presidente le propusiera un nuevo reto: el nuevo ministerio en el que se fusionaban Agricultura y Medio Ambiente (el MARM). Los inicios fueron relativamente buenos a pesar de las discrepancias con los colectivos ecologistas que se han mantenido hasta el final.
Pero mediado el segundo mandato la crisis económica se unió a las propias carencias que arrastraba el sector y la ministra no encontró alternativas ni apoyo desde Moncloa, que además su presupuesto ha sido castigado con fuertes recortes no ha hecho precisamente de su cartera una prioridad, las promesas el Presidente al sector no se han cumplido.
Los últimos meses han sido, por tanto, nuevo vía crucis para una ministra a la que tanto agricultores como pescadores daban por amortizada ante la falta de respuestas y la poca influencia de la que disponía en el Gobierno. Ha cerrado así una trayectoria en semicírculo en la que fue de menos a más para acabar de nuevo en momentos bajos.
JDM
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