6/17/2010

El cultivo del sorgo (y II)

 

Hace unas semanas comentábamos, en un primer artículo, algunas características básicas del sorgo, en este vamos a comentar algunas que hace referencia a su cultivo.

 

En cuanto a los requerimientos ambientales el sorgo tolera mejor la sequía y el exceso de humedad en el suelo que la mayoría de los cereales y crece bien bajo una amplia gama de condiciones en el suelo. Responde favorablemente a la irrigación, requiriendo un mínimo de 250 mm durante su ciclo, con un óptimo comprendido entre los 400-550 mm. Requerimientos de agua para el cultivo del sorgo por ejemplo en el ciclo en mm és:

óptimo 400-550, conveniente 350, mínimo 250  

Las mayores exigencias en agua comienzan unos 30 días después de emergencia y continúan hasta el llenado de los granos, siendo la etapa más crítica la de la floración. El sorgo, además tiene la capacidad de permanecer latente durante un periodo de sequía y reemprender su crecimiento en periodos favorables, aunque estas situaciones de estrés modifican su comportamiento. 

Con referencia a la temperatura, el sorgo la requiere alta para su desarrollo normal, siendo por lo tanto más sensible a las bajas temperaturas que otros cultivos. Para la germinación necesita una temperatura de suelo no inferior a los 18 ˚C. El crecimiento de la planta no es verdaderamente activo hasta que se sobrepasan los 15 ˚C, situándose el óptimo hacia los 32 ˚C. 

Durante la floración requiere una mínima de 16 ˚C, pues por debajo de este nivel se puede producir esterilidad de las espiguillas y reducir el rendimiento del grano. Por el contrario, resiste bien el calor, si el suelo es suficientemente fresco no se comprueba corrimiento de flores con los fuertes calores.  

El sorgo se desarrolla bien en terrenos alcalinos, sobre todo las variedades azucaradas que exigen la presencia en el suelo de carbonato cálcico, lo que aumenta el contenido de sacarosa en tallos y hojas. Los prefiere profundos, sin exceso de sales, con buen drenaje, sin capas endurecidas, de buena fertilidad y un pH comprendido entre 6,2 y 7,8. Es moderadamente tolerante a suelos con alguna salinidad y/o alcalinidad, siendo su comportamiento, ante esas condiciones mejor que la de otros cultivos como soja y maíz. 

Para programar la siembra hay que tener presente el ciclo de la variedad, ya que es muy importante que durante el período comprendido entre prefloración y floración no coincida con un déficit hídrico o temperaturas extremas. 

La densidad de siembra dependerá de la calidad de la semilla, tamaño y peso de la misma, sistema de siembra, ciclo del híbrido elegido, disponibilidad de riego y tipo de suelo. No obstante se puede aconsejar una densidad de 20 a 30 plantas por metro cuadrado y una separación de líneas comprendidas entre 20 y 60 cm. Por encima de los 60 cm se ha comprobado en la mayor parte de los ensayos una disminución del rendimiento. En general se recomienda, utilizar densidades de plantación menores en ciclos largos de cultivo y baja disponibilidad hídrica, y utilizar  mayores densidades en caso de ciclos cortos o intermedios. 

Cualquiera que sea el sistema de siembra adoptado, se debe tener en cuenta que la semilla de sorgo es bastante pequeña y con menos reservas que otros cereales, por lo que se la debe colocar sobre suelo húmedo y en contacto directo con el mismo,  para que tenga lugar una rápida germinación y emergencia de lo que depende en gran parte el éxito del cultivo. 

Es esencial no enterrar excesivamente el grano, debiendo ser de unos 2 a 4 cm la profundidad, y procurando que ésta sea regular, consiguiendo una buena distribución en la hilera de siembra y por tanto una buena uniformidad del cultivo. Generalmente, con sorgos híbridos se necesitan 15 kg/ha de semilla. 

La disponibilidad de nutrientes para el cultivo depende de distintos factores entre los que destacan el tipo de suelo, las rotaciones, el cultivo anterior, los sistemas de labranza y las condiciones ambientales. 

Entre los macronutrientes primarios están: el Nitrógeno, el Fósforo y el Potasio, y los macronutrientes denominados secundarios serían: el Calcio, el Magnesio y el Azufre. 

Al abonar, debe cuidarse que los fertilizantes no se coloquen en contacto directo con la semilla, especialmente los más solubles, para evitar daños a la plántula por fitotoxicidad. 

Entre los micronutrientes se encuentran, el Boro, el Molibdeno, el Cloro, el Cobre, el Hierro, el  Manganeso y  el Zinc. 

El más importante de los micronutrientes, para el sorgo, es el hierro. Su deficiencia produce clorosis (amarillamiento). Las mayores carencias de este elemento se observan en suelos con altos contenidos de carbonatos de calcio y con alta proporción de sodio. 

Estos elementos están, en la mayoría de los casos, presentes en cantidades suficientes para el cultivo del sorgo. Su disponibilidad y aún más sus deficiencias suelen estar asociadas al pH y contenido de materia orgánica del suelo. 

Cuando el grano se quiere almacenar se requiere bajar el nivel de humedad hasta el 14% y en el caso de un almacenaje de larga duración, la humedad del grano no debe pasar del 12%. 

Como el resto de cultivo, el sorgo no está libre de ser atacado por plagas ni de sufrir enfermedades. Entre las plagas tenemos de suelo y de cultivo, de suelo las más importantes son el gusano de la alambre y el gusano blanco. Entre los de cultivo tenemos los "Heliothis", el gusano soldado, las arañas rojas y los pulgones. 

En cuanto a las enfermedades tenemos la Roya del sorgo (Puccinia sorghi), es una de las enfermedades con mayor incidencia y severidad que se presenta. Los sorgos mejorados son afectados con menor incidencia, ya que se les ha incorporado resistencia a través de los programas de mejoramiento. Otras enfermedades son la roya común, el carbón, la mancha gris de la hoja y la antracnosis y pudrición roja. 

Jesús Domingo  

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