En la Cumbre de la Tierra que se celebró en Río de Janeiro en 1992, uno de los logros más importantes fue el “Convenio de la Biodiversidad” para hacer posible el mantenimiento del patrimonio genético animal y vegetal; tan amenazado actualmente por la manifiesta tendencia a concentrar las producciones agrícolas y pecuarias en un número muy reducido de especies y variedades de vegetales y animales.
En línea con esas previsiones, y con no pocos antecedentes en los que trabaja la FAO para mantener vivas el mayor número de semillas –esas partículas maravillosas de vida en letargo de las que surgen tantas formas esplendorosas—, una serie de delegaciones de todo el mundo, procedentes de 81 países, se reunieron en Madrid en la semana del 5 al 10 de junio para celebrar la primera reunión del órgano rector del Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos de la Alimentación y la Agricultura (TIRFAA); en el propósito de desarrollar ese texto, a base de planes nacionales que sean realmente operativos.
En el TIRFAA se establece el compromiso de mantener la diversidad biológica, trabajar por la agricultura sostenible, y avanzar en la seguridad alimentaria global. Temas ahora especialmente importantes, cuando los OGMs (organismos genéticamente modificados, transgénicos en términos vulgares), han adquirido tanta importancia en la agricultura. Hasta el punto de que ya se siembran en más de 100 millones de Ha, incluyendo los países agrícolamente más avanzados como EE.UU., Canadá, Australia, Brasil y Argentina, y también emergentes como China y la India; sin olvidar que España dentro de la UE, ocupa el primer lugar en el ranking.
En el sentido apuntado, en la referida conferencia de Madrid, se acordó que las nuevas variedades de OGMs respondan a las necesidades del futuro, en materias tan significativas como invulnerabilidad frente a las plagas, resistencia a las sequías, mínima erosión del suelo, o enfermedades. Y teniendo en cuenta además que la antes aludida concentración creciente en una serie de especies, y de variedades muy concretas de trasgénicos, implica un serio riesgo de disminución del patrón genético empleado. Hasta el punto de que, según datos muy recientes, el 80 por 100 de las necesidades alimentarias mundiales se abastece con sólo 64 especies vegetales. De ahí la enorme importancia de conservar adecuadamente los recursos fitogenéticos, que un día podrían ser necesarios para encontrar nuevas fórmulas destinadas a un mejor desarrollo agrario, e incluso para aplicaciones médicas.
Además de aprobarse la declaración ministerial ad hoc, denunciando los problemas antes evocados –con gran resonancia en los medios de comunicación social—, en las sesiones de trabajo del encuentro de la TIRFAA en Madrid, se iniciaron los estudios sobre aspectos técnicos y jurídicos de la transferencia de germoplasma entre países, con base en los distintos bancos existentes.
Jesús Domingo Martínez
8/01/2006
El TIRFAA y la biodiversidad
Publicado por frid en 5:34 p. m.
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