8/30/2006

Las tasas ecológicas. Nos cobrarán por existir.

El dislate de las tasas ecológicas sin ningún fin.

Me decía un amigo reflexionando sobre la política medio ambiental que acabarán cobrándote por todo, que lo acabarán haciendo por vivir. De hecho las cosas parece que van por ahí, desde que el ecologismo progresista está empeñado en convencernos que el hombre es un depredador del medio ambiente.

El último pulso con la opinión pública ha sido la propuesta socialista de cobrarte un impuesto o tasa por circular por el centro de las ciudades, para obligarnos a ir andando a todas partes o, a lo sumo, para que usemos el transporte público colectivo. La justificación del asunto era una genérica contaminación ambiental, razón por la que ya nos piden que vayamos a trabajar acompañados del vecino en el mismo barco: amistad forzada se podría llamar ese programa.

Entiendo que nos cobren impuestos ecológicos directamente encaminados a paliar los problemas que generamos. Son las antiguas, y nunca denostadas, tasas de recogida y tratamiento de basuras; tasas de traída de aguas, vertido y depuración. Pero que nos cobren tasas genéricas encaminadas a cuidar la salud del planeta me parece que es fruto de una mala gestión de otras políticas y que se corrige con impuestos ambientales.

Entiendo que se limiten las emisiones a la atmósfera para no exceder los límites de calidad del aire fijados en el entorno de las ciudades, que es donde se notan realmente los efectos. Entiendo que nos cobren los servicios necesarios para controlar que se cumpla esa normativa. Pero que se invente un mercado de emisiones de CO2 para salvar la tierra es una patochada, por lo falso de la causa (analicen si no las emisiones producidas por causas naturales; y analicen las razones del calentamiento global) como por lo imposible de lograr sus objetivos (ya que más del 80 % de la población mundial está fuera del compromiso de Kyoto).

Igualmente entiendo que se limite la fiebre urbanística en las costas; pero no entiendo cómo se quiere corregir una desordenación urbanística a través de una tasa ecológica. Será porque el mercado inmobiliario sí puede pagar esos costes y grabar la vivienda un poco más; pero no es posible controlar al urbanista ya que el dinero es más fuerte que las leyes incluso en un mundo progresista.

En definitiva, las tasas ecológicas se justifican normalmente por un problema en el que no hay nada que remediar, o porque no se es capaz de ejercer adecuadamente la política sectorial correspondiente. No tienen contraprestación de servicios alguna. Sólo tienen gastos de policía ambiental. Estamos alimentando con ella sólo los elementos de control del Estado, no los de generación de riqueza. Y, además, nos exponemos, en esa cadena de vaguedades, a que alguien se le ocurra que, desde que nacemos, no hacemos mas que contaminar el planeta.

Nos cobrarán por nacer. ¿No deberíamos reaccionar?

frid

2 comentarios:

Ignacio dijo...

se ve que te acabas de enterar de que te cobran pro respirar, bienvenido al mundo real

frid dijo...

Eh... yo también tengo que dar una bienvenida, a Ignacio desde su ckack friki que ha tenido últimamente.
Seguiremos con tu post desgranando comentarios.