Energías alternativas. La tarea y los deberes hechos. Lo aún pendiente.
La Revista de Obras Públicas de junio de 2006 muestra un panorama sobre las energías alternativas que merece algunas reflexiones:
El gran problema de la Unión Europea en materia energética es su importante dependencia de los productores externos, de tal modo que el 48% de su energía es de importación. Esa es, en mi opinión, la razón fundamental de la búsqueda de energías ecológicas alternativas. De hecho, mientras que la influencia del hombre sobre el cambio climático es muy discutible, lo que nadie discute es que Europa necesita una mayor independencia en la producción energética. Por esa razón la directiva europea sobre el desarrollo de biocarburantes para el transporte fija que el porcentaje de biomasa debería estar en el 2% para el año 2005 y el 5,75% para el 2006, alcanzando en el 2020 la cifra nada despreciable de un 20%.
La realidad energética es, por contraste, desoladora: sólo el 1,4% de la energía para el transporte es derivada de la biomasa, con el incumplimiento de todos los países de la UE, incluida España.
Los informes de la UE dan en el 2005 un 4% de las necesidades energéticas cubiertas con biomasa, lo que equivale a 69 millones de toneladas equivalentes de petróleo. Se pretende llegar al 2010 con 185 millones de toneladas equivalentes, lo que supone aumentar en un 6,7% la ratio de biomasa y pasar del 48 al 42% de dependencia de la energía importada.
Según la dialéctica del mercado de CO2, esto supondría la reducción de 209 millones de toneladas de CO2 emitido al año; una razón para entender que los cupos de emisiones están íntimamente relacionados con el objetivo de lograr las energías renovables, problema casi exclusivo de la Unión Europea dentro de los países desarrollados que admitieron el protocolo de Kyoto para la reducción de gases de efectos invernadero.
España, dentro de Europa, al no haber desarrollado el Plan de Energía Nuclear, depende en un 80% de las energías de importación. Y su plan de energías renovables marca como objetivo cubrir el 12% del consumo energético, del cual el 5,8% sería derivado de la biomasa.
Las cifras objetivo son significativas: 462.000 tn/año de residuos forestales (si quedan después de incendiar toda Galicia); 660.000 tn/año de residuos agrícolas herbáceos; 670.000 tn/año de residuos industriales forestales; 670.000 tn/año de residuos industriales agrícolas y 1.900.000 tn/año de cultivos energéticos. En total 4.672.000 tn/año.
La realidad: hay en España cinco plantas de biodiesel que producen 104.630 tn/año y dos plantas de bioetanol con 310.000 litros/año. Todo un reto si tenemos en cuenta las pocas Comunidades Autónomas donde están implantadas: dos en Cataluña; una en el País Vasco, una en Navarra, una en Mallorca y una en la Comunidad Valenciana.
Si pensamos en una alternativa a nuestros campos aragoneses o castellanos nos encontramos o con un desierto o con una potencialidad infinita.
Por otra parte, las grandes ciudades como Madrid, Bilbao, Barcelona, Valencia y Zaragoza ¿tienen algún tipo de plan para reciclar los derivados de parques y jardines? ¿Zaragoza, cuantos vehículos públicos tiene impulsados por biodiesel? ¿Qué planes hay en Aragón para instalar plantas de producción de biodiesel o bioetanol y cuantas explotaciones agrícolas se han acogido a ese plan energético?
Lo que veo claro es que tenemos un gran futuro, pero que no acabamos de ponerlo en marcha. Nos contentamos con mirar el ovillo pero no hilamos con él ninguna prenda.
frid
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