8/23/2006

La gestión de la basura en tiempo de guerra. Ryszard Kapuscinski

Una gestión medioambiental de primer orden: la gestión de los residuos urbanos, la gestión de la basura.

No está lejano el tiempo en el que las epidemias del tifus, la malaria, el cólera y la peste eran habituales en la “civilizada Europa”. Prácticamente todos estos problemas están relacionados con el agua, con la mala calidad del agua. Pero la peste también era hermana de la basura. Y es que la porquería siempre ha sido una fuente de enfermedades, salvo que al puerco se le cuide... y se le enjamone. Pero ese es el único puerco limpio que conozco.

En todos esos casos el equilibrio ecológico se rompe por la línea más importante, la de los humanos, que tienden a vivir apelmazados en eso que se llaman ciudades. Para que eso sea posible hay una serie de servicios básicos, sanitarios, pero claramente medioambientales. Hay que procurar que esos “locos animales” que se han empeñado en vivir entre el hormigón, el asfalto, el humo y los atascos, al menos –aunque sufran de estrés- no se nos mueran todos de golpe, que nos saturen incluso las moradas últimas, cada vez más pequeñas... tamaño cajita de perrito de compañía, para guardar junto al jarro de cerámica china, o tamaño “diamante artificial”, que eso del ahorro de espacio hasta los cementerios ha llegado.

No sé si vosotros os habréis enfrentado a una huelga del servicio de basuras. Es algo terrible. Yo he tenido ese riesgo en Zaragoza. Momento ideal para la huelga: la negociación del convenio colectivo; instigadores habituales: la leal y constructiva oposición, como si ellos no generasen “siempre” más basura. Peor momento: la renovación de la contrata del servicio. Tuve la suerte de tener ambas fechas relativamente juntas con lo que pude capear el temporal más bien que mal... pero en otra época, hubo una huelga en la que el ejército se tuvo que entrenar como ONG al servicio de la “limpieza ciudadana”, y es que una huelga continuada justifica declarar la “emergencia sanitaria”.

Hay teóricos que hablan de residuos cero, como de vertido cero en las industrias... lo normal es que se tienda a reducir los residuos cargando con una tasa a los productores de envases, creando sistemas de reciclaje y recuperación y “concienciando al ciudadano”, esto último desde que gobiernan los socialistas no se estila porque, objetivamente, “hay más basura”. Pero, para haceros pasar un rato agradable, y que veáis la importancia ambiental del servicio de basuras, traigo un texto de un cronista de guerra polaco, Ryszard Kapuscinski, en “Un día más con vida”.

Año 1975: Se está desalojando Luanda (Angola), los portugueses abandonan el país con sus enseres, la guerrilla se acerca a la capital. Y un día ¡se ha ido la policía!... suposiciones, pero no pasa nada. ¡Se han ido los bomberos!... alarma pero sigue la vida de la ciudad. Pero, ojo... ¡se han ido todos los basureros!..

“Al principio nadie prestó atención a la cosa. Como la ciudad estaba sucia y abandonada, sus habitantes se imaginaban que los basureros se habían marchado hacía ya tiempo. Y, sin embargo –se confirmó la noticia-, no sé de donde venía la avalancha, la basura empezó a amontonarse. Y eso que en Luanda no quedaba más que un puñado de personas, las cuales, por añadidura, vivían en tal estado de parálisis y apatía que no se las podía considerar sospechosas de levantar montaña alguna de basura. Y, sin embargo, montañas así empezaron a adueñarse de las calles de la ciudad abandonada. Aparecían en aceras, calzadas y plazas. En los portales de las casas y en los mercados desiertos. Por algunas calles se caminaba con gran dificultad y no menos asco. En aquel clima, el exceso de sol y de humedad aceleraba y aumentaba el proceso de descomposición. Toda la ciudad empezó a heder; volviendo de la calle, el que entraba en el hotel también apestaba, y durante un rato muy largo: quienes hablaban con él lo hacían guardando una prudencial distancia (...) Empezaron a morirse los gatos. Seguramente se habrían intoxicado en masa con alguna carroña emponzoñada, porque una buena mañana por todas partes había gatos muertos. Al cabo de dos días se hincharon, volviéndose redondos como cebones. Atraían inmensas nubes de moscas negras...”

Y no sigo... los perros no se murieron ninguno, simplemente se fueron de Luanda, y el corresponsal aprovechó para buscar aires más sanos, los del frente de batalla.

Conclusión: ahí hay un problema ambiental real, que todos los días se soluciona gracias a unas personas que cumplen, calladamente su trabajo... y, nosotros, ni nos enteramos. Sin embargo todos miramos ansiosos y con mal café al sol porque nos calienta la tierra. ¿Mira si no nos la calentase?

frid

1 comentarios:

Ignacio dijo...

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