Un contrasentido
He leído que la adopción de las variedades de algodón Bt (transgénicos) en India ha sido el principal factor responsable del impresionante incremento de producción algodonera en este país en los últimos años, que se ha realizado a costa de un aumento de los rendimientos sin que haya habido un aumento significativo de la superficie.
Al parecer, desde la introducción del algodón biotecnológico en 2002, el rendimiento medio ha evolucionado de la siguiente forma: 200 kg/ha en 02/03; 307 kg/ha en 03/04; 362 kg/ha en 05/06 y 466 kg/ha en 07/08. Hay que recordar que la mayor parte del cultivo en India es de secano y dependiente de las lluvias del Monzón.. El porcentaje de la superficie sembrada actualmente con algodón Bt (transgénico) se estima en el 70-85%.
Al ser la mayor parte del cultivo en secano y muy dependiente de las lluvias del Monzón, como ya hemos comentado, India es uno de los países con menor rendimiento en el cultivo y continúa siéndolo a pesar de haberlo doblado.
Gracias a este gran aumento de la productividad, desde hace unas campañas India ha desplazado ya a Estados Unidos como el segundo productor mundial; y en la campaña 07/08 también a China como primer productor. Tanto en EEUU como en China el algodón OMG (transgénico) es también mayoritario, pero al ser países con un rendimiento mucho mayor el incremento de productividad no ha sido tan elevado en términos relativos.
Contrariamente y, no deja de ser un contraste, en Europa se discute endurecer la autorización de transgénicos. Es así que los países de la Unión Europea (UE) están discutiendo si deben reforzar los trámites para autorizar transgénicos e imponer más requisitos, pero es difícil sacar adelante cambios importantes, debido a la división fuerte que hay entre los Veintisiete..
Hay que recordar que este asunto está en manos de los ministros de Medioambiente, generalmente en manos de grupos proecologistas. En los debates previos al Consejo de Ministros de Medioambiente, se habla de ideas que podrían incrementar los requisitos para esos permisos: informes ambientales más amplios, reglas de etiquetado para las semillas con restos de transgénicos o endurecer las exigencias en zonas donde amenace a un sector.
Actualmente y desde que en 2004 acabó la moratoria contra la aprobación de transgénicos, los países de la UE no han conseguido la mayoría suficiente para un solo expediente; en los casos de los nuevos OGM autorizados, fue la Comisión Europea (CE) la que los aprobó, al no haber consenso ni a favor ni en contra de los países. Sin duda una situación insostenible que va bien aciertos grupos, pero que está en contra de la competitividad de los productores europeos. Si al menos impidieran la importación de productos transgénicos, seguro que más del 90 % del algodón de la ropa que vestimos proceden de transgénicos que tenemos prohibido cultivar pero no consumir.
Jesús Domingo
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