¿Es posible que la EXPO 2008 sea una plataforma de entendimiento y de fomento de acuerdos responsables en materia de aguas?
¿La jornada de expertos ha profundizado en la gestión del agua en territorios con irregularidad y escasez de recursos?
Es de alabar el esfuerzo llevado a cabo por los responsables de la EXPO 2008 para lograr acuerdos hispanoamericanos sobre las directrices para el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo hispano.
Es de alabar la voluntad de acuerdos que impregnan la ciudad de Zaragoza en vísperas de un evento internacional de primer orden cuyo eje central es el recurso agua, su distribución, su valor ambiental y su utilización con criterios racionales, solidarios y económicos.
Por eso si bien no es cierto que podamos decir que en España los conflictos derivados de la irregular distribución del recurso agua sean una cuestión baladí, también hay ciertos apriorismos que no superan el análisis racional. Uno de ellos es el tabú de que “la unidad de gestión del agua es la cuenca hidrográfica”; esa afirmación no se ordena adecuadamente a un principio básico también propuesto por la ONU: la disponibilidad de agua en cantidad suficiente para el desarrollo equilibrado de un pueblo es una base de la política del agua; el agua no puede ser el factor limitante del desarrollo por su escasez.
Luego en la gestión del agua primero está el ser humano y sus necesidades; y, guardando el equilibrio necesario, minimizando innecesarios efectos negativos, la disponibilidad del recurso es un principio superior al de la unidad de cuenca. Ese jerarquía de principios implica que, por ejemplo, ante un río casi seco e irregular y otro caudaloso, con sobrantes aunque sea temporalmente, puede haber conexiones inter-cuencas para paliar esas escaseces. Aquí sólo hablo de jerarquía de principios, en absoluto quiero poner un caso concreto en el que esta situación pueda darse; mayores de edad somos para entender si en algún caso concreto y en territorio español eso es necesario.
Pero por otra parte, en los desafíos de la ONU hay silencios que, si no conociésemos de qué pié cojea, pensaríamos que son descuidos. Y es que omite entre esos desafíos el incremento de la disponibilidad del recursos, porque eso supone mencionar la “bestia negra de la regulación”; enfoque totalmente contrario a los intereses de los países del bienestar que no acaban de ver con buenos ojos otra política para los segundos y terceros mundos que la de control de natalidad; sobramos muchos pero casi todos los que sombramos vivimos en esos países; y una obra de regulación garantiza la producción de alimentos y la atención de las necesidades de agua potable que pueden propiciar un progreso más acelerado en esas poblaciones. De todos modos ni India ni China les hacen caso; y, por otra parte, la sociedad de la opulencia se ha demostrado como la sociedad más temerosa a los hijos del mundo y en donde, sin necesidad de cambiar cromos, se somete directamente y voluntariamente la población a las medidas de control de natalidad. El mejor anticonceptivo es el egoísmo de los ricos.
No quiero dejar por alto sin resaltar otro de los dogmas de la ONU sobre la disponibilidad del recurso agua; está lleno de sentido poético, nos retorna a los siglos anteriores al cristianismo, a las casas romanas con el pluvium, el impluviun y todo el sistema de aljibes para recoger el agua de lluvia. Presentarnos ese modelo como modelo de desarrollo es vender la escasez como si fuese uno a engordar con ella. Los romanos, en cuanto pudieron hicieron embalses, acueductos y minas de agua con el fin de garantizar el agua potable a sus asentamientos. Si hay que ser poetas, poetas del pasado, vayamos más de diez siglos más atrás, y recordemos las previsiones de José que le valieron ser nombrado administrador de Egipto y el segundo poder en ese gran imperio basado en el recurso agua: él hizo graneros; nosotros siguiendo sus pasos, regulemos el agua en los países donde la irregularidad del clima es una evidencia incuestionable.
frid
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