Nos encontramos en pleno Otoño, época en la que, en los cultivos tradicionales, se han acabado los trabajos de recolección y se prepara el terreno para las siembras del año agrícola que acaba de comenzar, es por ello que puede ser conveniente hablemos sobre la preparación del suelo para la siembra, haciendo el manejo más conveniente, teniendo en cuenta la necesidad de ahorro de energía.
Partimos teniendo en cuenta que el manejo del suelo ha evolucionado con el paso del tiempo, desde la llegada de los primeros tractores agrícolas hasta nuestros días.
Sin duda los fabricantes de tractores, en sus inicios, buscaban mejorar la limitada calidad de las labores que hasta entonces había sido posible realizar. En la medida en que se fue incrementando la potencia, se fue pasando a labores de vertedera con volteos más profundos y a un mayor número de pasadas posteriores con otros aperos para desmenuzar la tierra y poder preparar mejor el lecho de siembra. Todo eso con elevados consumos de carburantes fósiles.
La evolución del tractor hacia mayores potencias, rapidez y confort, unido a los nuevos diseños de los aperos, con mayores anchuras de trabajo, posibilitaron el progreso, priorizando la calidad de las labores sobre su coste y por supuesto, continuaban sin tener en cuenta el consumo de combustible.
Posteriormente el coste creciente del combustible, la reducción de los precios de los productos agrarios y aspectos medioambientales, han ido llevando a una progresiva reducción de las labores, desde un objetivo de rentabilidad, buscando la mejor relación coste beneficio.
En este contexto, en las últimas dos décadas se ha ido extendiendo también en España, al igual que en otros países de climas áridos y semiáridos, la llamada Agricultura de Conservación, que lleva a la reducción del laboreo hasta el mínimo laboreo o el laboreo cero y la siembra directa.
El consumo de combustible en los laboreos está relacionado con dos aspectos principales: la elección del sistema de laboreo y el manejo apropiado de tractores y aperos.
Según diferentes estudios realizados, con el manejo apropiado de una misma labor agrícola, puede conseguirse una disminución en el consumo de hasta un 30%, y si se cambia la labor tradicional con vertedera por un "no laboreo" con siembra directa, el consumo de combustible puede reducirse hasta en un 75%.
Por ejemplo, en base a los datos obtenidos por el ITG Agrícola en Navarra en más de 20 años de ensayos de laboreo, el consumo medio de combustible en la labor de vertedera es de 25 l/ha, con un chisel de 10,5 l/ha y en siembra directa de 6,35 l/ha, lo que supone ahorros de combustible superiores al 50% y al 75%, respectivamente.
En un itinerario de siembra el consumo medio con las labores correspondientes en la vertedera es de 46 l/ha, en la siembra con chisel el consumo se reduce hasta un 45% (25,5 l/ha) y en la siembra directa el consumo se reduce más de un 80%, hasta 6,35 l/ha.
No obstante, habremos de considerar que para la elección del tipo de laboreo del suelo es necesario partir del objetivo prioritario perseguido con la labor a realizar y del conocimiento del cultivo a introducir, teniendo en consideración siempre el tipo de suelo (textura y profundidad), su estructura y su estado en el momento de realizar la labor (residuos, grado de humedad, grado de apelmazamiento).
En el conocimiento del cultivo que se va a sembrar y sus requerimientos específicos, hay que considerar algunos aspectos son más significativos y por tanto relevantes en relación al laboreo. El tipo de suelo es muy diferente según las zonas y por supuesto las regiones, pero con el fin de plantear las distintas opciones de laboreo, se suelen agrupar en tres tipos, de mayor a menor resistencia al laboreo.
La estructura, el estado de humedad y el apelmazamiento del suelo determinan de una manera decisiva las labores que se pueden o deben realizar. La profundidad del laboreo, la anchura de trabajo y la velocidad de avance son tres variables interdependientes fundamentales en el manejo apropiado del laboreo que previamente hemos elegido.
Dado que el espacio disponible para escribir sobre el tema es limitado hemos de hacer una cosa breve. En resumen, en la elección del laboreo se ha de tener en cuenta:
-el objetivo prioritario a conseguir con el laboreo
-el cultivo que se va a instalar
-el tipo de suelo y su estructura, estado de humedad (tempero) y apelmazamiento
-la profundidad y anchura de trabajo
-la velocidad del tractor y por lo tanto el tiempo a emplear
-el coste y la rentabilidad de cada labor
El consumo de combustible normalmente se expresa en litros, bien por hora de trabajo o por unidad de superficie trabajada, normalmente hectárea.
En conclusión es necesario razonar con atención la elección de los diferentes aperos y labores posibles a utilizar en la explotación, para conseguir el máximo rendimiento económico en la producción agrícola, con el menor coste de producción y específicamente con el mínimo consumo de combustible.
Jesús Domingo Martínez
10/16/2006
Ahorrar combustible
Publicado por frid en 9:41 a. m.
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