10/13/2006

Urbanismo y planificación ecologista.


En las revistas de ordenación del territorio se habla mucho de participación sobre la gestión del espacio exterior; pero curiosamente nada sobre la organización de la vivienda para que sea habitable y crezca ahí una familia.

Todos somos conscientes de lo difícil que es frenar, en plena época post-moderna la especulación urbanística. La demanda de viviendas es enorme, en parte por la atomización de las unidades familiares derivada de la desintegración de las familias. Más individuos solitarios y con recursos, más segundas y terceras viviendas; además de la emancipación de los jóvenes matrimonios que normalmente requieren varios hogares transitorios hasta fijar su vivienda definitiva; así como la movilidad laboral que muchas veces se estima transitoria; estos factores son factores reales, objetivos y vitales y, por tanto, se abren camino arrasando toda teoría planificadora, si bien a costa de enormes dificultades, en especial el tamaño de la vivienda y el precio de la misma.

La especulación del suelo, derivada indirectamente de motivos ambientales, tiene efectos perversos. Protegemos el suelo y lo soltamos con cuentagotas a un precio siempre a la alza. Eso sí, incrementamos los precios con teorías de sostenibilidad, de ordenación de actividades, de espacios verdes, de superación de la post-modernidad. Teorías que se destilan en las revistas urbanísticas en las que es muy difícil encontrar conceptos sencillos y búsqueda de las soluciones que el ciudadano demanda.

Se habla de participación en la gestión de desarrollo de la ciudad por el ciudadano. Pero él ya está incrustado en el cubículo al que ha llegado con sus recursos económicos, suerte, herencia o subvención. Lo que le cabe es opinar sobre movilidad, seguridad ciudadana o condiciones de aislamiento al pub de la planta baja.

Se habla de desarrollo sostenible para reducir más aún la oferta de suelo; cuando el problema real no es de espacio sino de exceso de protección de todas y cada una de las singularidades incluso del desierto estepario.Pero de lo que no se habla es de las condiciones de la vivienda como lugar donde se ha de desarrollar una vida familiar en expansión. Las viviendas “mínimas” son como ataúdes que instan a la esterilidad o al hijo único.

No se construye para la familia, no se planifica atendiendo las necesidades del hogar, sino del individuo solitario. No se ataca definitivamente el problema de la disponibilidad de suelo, no se acaba de liberalizar su oferta; porque aunque sepan que es imposible frenar la “vida” y la expansión de las ciudades, han logrado pingües beneficios con introducir resistencias y rémoras al sistema.

En Urbanismo rige el principio de forzar la oferta hasta el límite “inhumano” de la demanda, para llegar a hipotecar toda una vida en la vivienda.

Algo falla cuando Urbanismo y Planificación suenan lo mismo; y algo suena a mentira cuando la "ecología" es la excusa.

frid

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