10/08/2006

Cambio climático y política de ciencia ficción.


Hagamos política de ciencia ficción

De la Vega, Narbona y Rodríguez Zapatero, los tres magníficos emperadores de la Galaxia, preparan España para el siglo XXII, eso sí, en su siglo XXI las pateras se hunden en las aguas atláticas, la gripe aviar y la legionera campan tranquilas.

El cambio climático, una prioridad del Gobierno Socialista.

Cuan largo me lo fiáis para hacer algo, señora Narbona. O bien, qué tranquilos vivirán nuestros nietos con vuestros proyectos de prevención, señores socialistas. Quizá podamos decir que la palabra hace malabarismos para lograr algo en materia medio ambiental con promesas que ningún vivo podrá comprobar.

Se han quedado cortos los planes quinquenales de los gobiernos comunistas. El actual gobierno de Rodríguez Zapatero, el mismo que mostró su progresismo extremo con la exaltación del simio, ha demostrado que con planes para setenta o cien años, amarrará la pervivencia de los españoles en el compulso planeta tierra.

La vicepresidenta de la Vega ha sido la portavoz de tamaña noticia apocalíptica; probablemente porque se siente la más joven de la cuadrilla de elementos, y ¡qué elementos! que compone el gobierno socialista. O quizá confunde su ocaso natural con el ocaso “teórico” del planeta tierra y nos quiere regalar a todos las angustias que debe pasar cuando se mira al espejo y ver que la edad no perdona.

El socialismo, el mismo que ha deificado al consenso, un consenso matemático y excluyente; el mismo que ha redimido al simio; ahora ya tiene su escatológico fin del mundo, su paraíso, en el temible y terrorífico cambio climático. Y ha decidido que los españoles crean en uno de sus nuevos mandamientos. Podemos luchar contra la acción del Sol, contra el calentamiento de la tierra. Y han hecho ya un mapa de impactos con toda la seriedad que dan los “inciertos” modelos matemáticos que predicen el cambio climático, unos modelos a los que “si les alimentas de aire” nos inundan el delta del Ebro, todas las playas españolas (se acabó la panacea del turismo; pero también se eliminó el riesgo del cáncer de piel), se acabó la preocupación por el Parque Nacional de Doñana y se elevará la venta de aparatos de aire acondicionado porque la temperatura terrestre subirá nada menos entre 3 y 7 grados; eso sí descenderá la aportación hídrica entre el 5 y el 14 por ciento para el año 2030.

Uno recuerda las profecías milenaristas, las promesas del fin del mundo inminentes. Y como, si Dios quiere, pienso vivir hasta el año 2030, si me acuerdo de sacar este papel del archivo, podré comprobar una más de las mentiras socialistas in situ.

Podemos estar contentos porque con el plan que redacta el Ministerio de acuerdo con los protagonistas de 2001 Odisea en el Espacio o los de la Interminable serie de la Guerra de las Galaxias, van a elaborar un mapa de riesgos pormenorizado, región a región, el más avanzado de Europa, para paliar los pérfidos efectos que la evolución de las manchas solares tendrá sobre nuestro planeta. No en vano somos los más acérrimos defensores del protocolo de Kyoto, que rige un mercado incompleto y que ata las manos a menos del 10 % de la población del planeta para “hacer una economía más floreciente y competitiva”. Ahí sí que la fuga de cayucos se está realizando a la inversa: las industrias se deslocalizan aunque el gobierno calla.

Mi conclusión es preocupante, ¿prometen acciones para el año 2070 porque piensan que nos han idiotizado totalmente? ¿lo hacen porque el asunto de vender promesas se les ha ido de las manos? ¿será porque no hacen absolutamente nada y tienen que decir algo? ¿necesitan, los incrédulos, con desesperación angustiosa creer en algo, en su particular fin del mundo? ¿los planificadores comunistas que entraron en el partido socialista ante la llamada de Zapatero, se han pasado de frenada y hacen planes centanales? ¿es que tendremos a este gobierno socialista hasta el año 2070?

Mi propuesta es bien sencilla: que cambien el Ministerio de Medio Ambiente por otro de edición de películas y novelas de ciencia ficción. O bien que sustituyan a Narbona por alguien que de verdad trabaje y deje de contar cuentos y fantasías a los españolitos.


Como botón de muestras: Si dice que las aportaciones serán menos y más irregulares: pues deje de ser la ministra anti-embalses. Y si está tan contenta con la elevación del nivel del mar y eliminación de las playas levantinas, será porque es tanto su odio al Levante que no solo quiere negarles el agua dulce sino que les quiere anegar con la salada. Ahora: ni agua ni playa: levante feliz construid el Arca de Noé, que la Noe-de la Vega ya os está avisando de otro mal en ciernes.

¡Cuán largo me lo fiáis! Y mientras tanto... confiaremos en el Ministerio vendedor de aire y promesas para que no se mueva nadie.

Frid

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