El mercado común sigue siendo un mercado de intereses económicos de los estados. Por eso, un gobierno blando como el nuestro, encuentra barreras insuperables en la Unión para sus productos. Y es que el talante requiere también firmeza.
FALSAS BARRERAS
La falta de armonización de límites máximos de residuos (LMR) en Europa consecuencia del retraso en la aprobación de la normativa correspondiente, está siendo utilizada por algunos Estados miembros de la UE para establecer trabas comerciales a la comercialización de frutas y hortalizas españolas, lo que está perjudicando gravemente al sector español y distorsionando el mercado comunitario.
La aprobación del anexo III del Reglamento 396/2005 del Parlamento Europeo y del Consejo, que fija los límites máximos de residuos temporales de algunos productos fitosanitarios empleados en los cultivos y que debía haberse aprobado en mayo de 2006 se está retrasando.
Este retraso está ocasionando que frutas y hortalizas tratadas con productos fitosanitarios autorizados en un país miembro de la UE, y que contienen residuos por debajo de los límites nacionales, no pueden ser comercializados en otro país de la UE, por el hecho de que éste segundo país o bien no tiene definido ese límite (porque no es necesario para su producción local) o éste es menor que en el país de origen.
Esto está originando distorsiones muy graves en el comercio intracomunitario y una barrera comercial para frutas y hortalizas españolas, según ha denunciado FEPEX tanto al ministerio Agricultura Español como a la Dirección General de Sanidad y Consumo de la Comisión Europea (SANCO).
Ante ésta situación y para prevenir las posibles trabas comerciales derivadas de esta falta de armonización, la única vía que le queda al sector productor es trabajar en el reconocimiento mutuo de límites de productos fitosanitarios con los países de destino, como ya se está haciendo con Alemania, aunque se trata de un proceso largo, complicado y burocrático que no supone una solución definitiva a este problema. Además existe una gran lentitud en los procesos bilatelares nacionales de armonización, con lo que el problema se agudiza. Para conseguirlo hace falta buena voluntad por las dos partes, cosa que desgraciadamente no siempre se da, entre otras cosa que los motivos no son ni técnicos ni sanitarios, sino comerciales.
Por ello FEPEX ha planteado a Eurep que, como organización europea que agrupa a importantes cadenas de distribución y que cuenta con un compromiso por la calidad y las producciones respetuosas con el medio ambiente, trabaje en la resolución de este problema, y contribuya a que la Comisión Europea apruebe lo antes posible el anexo III del Reglamento 396/2005.
No hay duda que trabajar así limita el comercio y falta seguridad en la producción, obliga restrictivos en los tratamientos, cosa que tampoco es garantía, ya que en cualquier momento estos límites máximos de residuos puede cambiarlos arbitrariamente el país receptor, siempre a conveniencia propia. Es por tanta necesaria la intervención de la UE para que las barreras fitosanitarias no se conviertan en barreras comerciales encubiertas. Serían sin duda falsas barreras.
Jesús Domingo
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