El Presidente del Canal de Aragón y Cataluña, sigue quejándose por la falta de regulación de su sistema de riego. ¿Realmente hicieron lo que debieron y a su debido tiempo? ¿o ya no quedan pétalos para deshojar la margarita?
El inútil canto de la cigarra.
Sorprendido me quedé... cuando leí las declaraciones de José Luis Pérez González, presidente del Canal de Aragón y Cataluña, cuando en tono quejumbroso hablaba a finales de septiembre sobre la sequía que han padecido en su sistema de riego.
Este discípulo aventajado del Premio Goldman de medio ambiente debería estar contento. Es el modelo que el insigne Pedro Arrojo vende como el super-gestor de la sequía estructural. Para él todo han sido alabanzas de la progresía, justo por tener que compartir a diario la queja que le sale ahora de sus labios. ¿Se habrá cansado de gestionar al estrés hídrico, habrá llegado al estrés personal y añorará la tranquilidad de la regulación suficiente?
El Canal de Aragón y Cataluña ha sido un ejemplo del vivir deshojando la margarita con cada una de las obras hidráulicas que se le han propuesto. Que sí a Campó grande, que no porque era de UCD y ahora estamos los socialistas; que adelante con el Campó pequeño, que mejor el Comunet, definitivamente la solución es Santaliestra, mira que no me gusta la cerrada, será Santaliestra con nueva ubicación, que vienen juicios y coacción casi batasúnica, pasemos al fin a la nueva panacea, San Salvador.
Y en todos esos años, ya más de veinticinco, nuestro José Luis ha ido conduciendo al modélico canal por una senda de ilusiones, de esperanzas, de proyectos, ¿seguiremos ese camino? Quizá como se ha elegido un embalse en el que menos de la cuarta parte del agua se puede utilizar por gravedad y más de la mitad con costosos bombeos hayamos hecho el sacrificio que nos piden los ecologistas radicales; así todos fastidiados quizá podamos regular sin que nos monten otro cisco.
Y así tenemos un sistema paradójico: Un presidente quejoso de la sequía del cielo, un premio Goldman alabando la precariedad de los sistemas de riego y unos regantes sumisos que beben esperanzas y proyectos, confiando que la historia interminable algún día dé mas fruto que un par de malas charcas.
frid
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