Se está celebrando en Roma la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, en ella se analiza como conseguir que más de un millón de seres humanos dejen de pasar hambre. Y es que con la privatización, la globalización y la transformación de la cadena alimentaria en todas sus fases -desde la granja hasta la mesa del consumidor-, el sector privado ha incrementado su importancia, por eso desde la FAO apelan de manera especial a este sector.
En estas condiciones la FAO calcula que las inversiones necesarias de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en los países en desarrollo ascienden a 44.000 millones de dólares EE.UU. anuales. Esta cifra debería ser complementada con financiación de los presupuestos nacionales e inversiones privadas en agricultura primaria y servicios posteriores como almacenamiento y procesado.
Desde la FAO animan a las compañías privadas a tener una visión a más largo plazo de las inversiones y negocios en las regiones en desarrollo, más que centrarse en sus necesidades inmediatas y las oportunidades de negocio resultantes. También piden a las empresas que vayan un paso más allá y miren a países en los que quizás no se habían fijado antes, en particular para el suministro de insumos, la compra de productos y el desarrollo agroindustrial.
Las firmas internacionales necesitan trabajar de una forma más estrecha con las pequeñas y medianas empresas a nivel local, incluyendo los proveedores de insumos, así como los fabricantes, distribuidores y vendedores de alimentos, que como intermediarios clave con los productores primarios y una fuente importante para el crecimiento del empleo rural y de los ingresos.
La cumbre también representa una excelente oportunidad para que los representantes del sector privado ofrezcan una visión de cómo pueden contribuir de forma efectiva en la lucha contra el hambre y la pobreza.
JDM
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