Desde 1969 existen en todo el mundo numerosas organizaciones que realizan actividades relativas a cuestiones tanto de promoción del control de la población como de protección del medio ambiente.
Detrás de sus actividades late el pensamiento neomalthusiano como principio de acción. Para quienes no conozcan a Malthus baste decir que su teoría de la población es bien simple: la población humana crece exponencialmente, en tanto que la producción de alimentos aumenta, cuando más, aritméticamente.
Malthus pensaba que esta disparidad entre alimentos y población era la causa mayor de la miseria en el planeta, y lo único que cabía hacer para evitarla era controlar el crecimiento de la población. Malthus consideraba que si los pobres no dejaban de tener tantos hijos, pronto el aumento desmedido de la población traería hambre, miseria, y caos que destruiría las bases de la sociedad.
El hecho de que los vaticinios de Malthus no se hayan cumplido en la realidad (la producción de alimentos ha superado con creces a las necesidades de la población, y si todavía hay hambre en el mundo no es debido a problemas físicos, sino políticos y sociales) no ha impedido que las ideas maltusianas hayan seguido vigentes en determinados ambientes académicos, científicos y políticos, impulsando desde hace décadas innumerables medidas legislativas encaminadas al control de la población.
Como muestra, vamos a estudiar algunos ejemplos:
1951: El filósofo humanista ateo Bertrand Russell, en su libro The Impact of Science on Society (El impacto de la ciencia en la sociedad) escribe: "En este momento la población del planeta está creciendo. Hasta ahora las guerras no han sido efectivas en detenerlo. Pero tal vez la guerra bacteriológica sea más efectiva. Si la Peste Negra pudiera regarse por todo el mundo al menos una vez cada generación, los sobrevivientes podrían procrear libremente sin llenar demasiado el mundo".
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