Dentro del proyecto de investigación PIGCAS (Actitudes, prácticas y estado de la castración de cerdos en Europa), un equipo de científicos europeos acaba de demostrar que, de los 125 millones de cerdos machos sacrificados al año en Europa, el 77% son castrados sin anestesia.
Esta investigación, que aparece en el último número de la revista Animal, confirma que algunos países incumplen la normativa para estas prácticas, ya que la legislación europea establece que la castración sin anestesia se haga antes del séptimo día de vida. Pasado ese tiempo la debe hacer un veterinario, y con anestesia.
Noruega y Suiza han prohibido la castración quirúrgica sin anestesia para evitar el sufrimiento de los cerdos y ahora están valorando potenciar la cría de machos enteros (sin castrar). Pero esto último presenta también inconvenientes: "La cría de machos 'enteros' es bastante complicada, ya que cuando llegan a la madurez sexual aumentan las peleas y las montas entre animales, así como el estrés y las lesiones de los cerdos", manifiesta a SINC Maria Font i Furnols, coautora del estudio e investigadora en el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA).
En España se castran cerca del 30% de los cerdos machos de la producción convencional. El método más común es la castración quirúrgica sin anestesia. De la producción no convencional, que incluye a los cerdos criados en extensivo, casi todos los machos se castran, pues se sacrifican a pesos elevados para la producción de productos curados de alta calidad.
Según Font i Furnols, desde el IRTA ya se estudian aspectos de la cría y manejo de machos enteros para intentar minimizar los efectos negativos de dejar de castrar. Trabajan además en otras alternativas a la castración quirúrgica, como la inmunocastración, una técnica autorizada recientemente en la Unión Europea, utilizada desde hace años en Australia y Nueva Zelanda, y que consiste en vacunar a los cerdos para reducir la producción de los compuestos químicos responsables del "olor a verraco" de la carne.
En el caso de las hembras, la legislación no contempla la castración si no es para fines terapéuticos y diagnósticos. Sin embargo desde el proyecto PIGCAS se ha confirmado que en algunos países sí se realiza esta práctica.
En el 88% de los casos analizados en Europa son los propios ganaderos quienes realizan la castración. La razón viene determinada por las exigencias del mercado. Con ello se evita el olor sexual, un defecto sensorial de la carne de algunos cerdos machos que no son castrados, puede permitir un mejor manejo de los animales en la granja y se obtiene más grasa y niveles más elevados de veteado en la carne, característica valorada en productos curados.
Como se puede apreciar se trata de un tema controvertido, los grupos defensores de los animales y ecologistas son contrarios a la castración, pero también lo san al consumo de carne con efecto sensorial o dicho de manera menos fina, con olor a verraco.
JDM
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