9/19/2006

El DDT parece más solución que la malaria, salvo para el ecologismo radical.

La salud de muchos pobres contra la prevención de unos pocos ricos

La reintroducción del uso del DDT en varios países africanos para combatir la malaria o paludismo ha tenido un gran éxito con reducciones de hasta el 86% en algunos casos en Sudáfrica. Otros países como Kenia, Uganda o Tanzania o Eritrea se han unido a la iniciativa de Sudáfrica y han seguido sus pasos, a pesar de la presión de los países desarrollados, que no tienen el problema de la malaria y que son contrarios al DDT por razones políticas. La Unión Europea advirtió el año pasado al gobierno de Uganda que si autorizaba el uso del DDT podría tener problemas con sus ventas de productos agrícolas a la Unión Europea, que suponen el 30% de sus exportaciones.

El DDT tiene una gran eficacia contra el mosquito vector de la malaria y grandes ventajas en los países en desarrollo por su bajo coste y persistencia, y utilizado de forma correcta es un arma de gran relevancia en la lucha contra la enfermedad.

En esta situación la Organización Mundial de la Salud se muestra a favor de la reintroducción del DDT para luchar contra el paludismo. En un comunicado emitido el pasado viernes, 15 de Septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado su apoyo al uso de DDT en aplicaciones en el interior de los hogares para combatir el paludismo. Según la OMS, este uso del DDT puede ser básico en la lucha contra esta enfermedad que cada año sufren 500 millones de personas, sobre todo niños, causando la muerte de un millón y que afecta a los países más pobres.

No obstante, éste producto es el insecticida por excelencia “políticamente incorrecto” en el bienestante mundo desarrollado, debido a que la lucha contra él fue en gran medida el origen del mismo movimiento ecologista en los años 60 del siglo XX, con el célebre libro de Rachel Carson “Silent Sping” (Primavera Silenciosa), que aludía a un futuro sin pájaros por los efectos residuales de los pesticidas, cuyo paradigma era entonces el DDT. No obstante, hoy en día se sabe que gran parte de los efectos perniciosos que se le atribuían (provocar cáncer, reducción del espesor de los huevos de los pájaros, efectos particulares sobre las aves rapaces) fueron enormemente exagerados. A pesar de ser un producto prohibido su eficacia en la lucha contra la malaria no tiene rival, se ha mostrado no el mejor sino el único capaz de extinguir al mosquito productor. Esperemos que una vez se imponga la cordura.

Jesús Domingo Martínez

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