9/27/2006

La Ministra de Medio Ambiente nos echa la culpa de su mala gestión. Narbona da soluciones y regula el agua, por favor

Dice Narbona: "Debemos acostumbrarnos a convivir con la escasez de agua"

Ante la pertinaz sequía la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha asegurado que los españoles "debemos acostumbrarnos a convivir con una escasez de agua y que tenemos que ser capaces de gestionar adecuadamente", porque España no sólo sufre sequías con regularidad, sino ahora también los efectos del cambio climático.

Ese planteamiento se está aplicando ya al diseño de los planes de sequía de las diferentes cuencas, que abordan la falta de lluvias "no como algo excepcional a lo que hay que dar una respuesta rápida pero improvisada, sino como un elemento que debe formar parte de las planificación hidrológica con carácter de normalidad".

También hizo una confesión "Desde luego, no nos podíamos imaginar hasta qué punto esa carencia a iba tener una importancia inmediata con el inicio, el año pasado, de un período de sequía que se prolonga en estos momentos". Tal vez Narbona debía haberse asesorado antes de derogar el PHN, si no lo hizo le debemos pedir responsabilidades, en estos casos no sirven las lamentaciones sino las dimisiones.

Pero de responsabilidad personal nada, de dimitir ni hablar, sino que el problema somos los españoles por eso se atreve ha hacer un llamamiento a la "responsabilidad" de instituciones públicas y privadas para "reorientar" la política hidráulica, desde el planteamiento que concebía el agua un recurso "ilimitado y cuasi gratuito", hacia otro que reconoce que es un bien escaso que requiere una "gestión ambiental y económicamente eficiente".

También se ha encontrado con otra realidad, la de la información, especialmente la no esclava, por eso alega que "no hay más que seguir los medios de comunicación" para comprobar "lo complicado que es trasladar a la opinión pública la necesidad de una reorientación de la política del agua sin que haya alguien que se sienta ofendido o descalificado". Da la sensación que la falsa candidez de Narbona no tiene límite.


No hay duda que tienen razón en la necesidad de una concienciación ciudadana, pero eso no impide se tomen las medidas políticas y técnicas, aunque en este aspecto empieza a poder tenerse un cierto optimismo, porque parece que cada vez hay más ciudadanos que tienen esa conciencia sobre el uso del agua, que piden que los ríos "estén limpios y vivos" y no sean "ni cloacas ni simples tubos de transporte de agua", o que denuncian las captaciones ilegales de recursos hídricos subterráneos. No obstante, para una ministra que la ha costado dos años y medio enterarse, sería el momento de poner manos a la obra y rectificar todas las decisiones tomadas con criterios político populistas o de lo contrario y por coherencia, dimitir.

Jesús Domingo Martínez

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