1/27/2008

Calentamiento Global: Relájense un poco

27.1.2008.



Bjorn Lomborg

Por: Jesús Domingo

Adjunto un artículo desengrasante sobre el tema tabú de los últimos tiempos, el cambio climático, el autor, Bjorn Lomborg, dice que aunque la tierra se está calentando, "esa no es toda la historia y las predicciones de un desastre que se aproxima simplemente no cuadran con la evidencia". Me parece aclaratorio, pues sin negar el hecho, muestra que tal vez no se esten tomando las medidas correctas para evitar sus posibles efectos.

2 comentarios


Calentamiento Global: Relájense un poco   


 


Dejen de pelearse por el calentamiento global—aquí está la manera inteligente de atacarlo. Todas las miradas están puestas sobre los glaciares que se derriten en Groenlandia. Este año, delegaciones de políticos estadounidenses y europeos han peregrinado a una de estas masas de hielo en Ilulissat, donde declaran estar viendo ocurrir el cambio climático delante de sus ojos.  


Curiosamente, algo que rara vez es mencionado es que las temperaturas en Groenlandia eran más altas en 1941 que lo que son hoy. O que las tasas de derretimiento alrededor de Ilulissat eran más altas durante la primera parte del último siglo, de acuerdo a un nuevo estudio. Y mientras las delegaciones aterrizan primero en Kangerlussuaq, alrededor de 100 millas al sur, todos cambian de avión para ir directamente a Ilulissat—tal vez porque el glaciar de Kangerlussuaq está creciendo inconvenientemente rápido. 


Indico esto no para cuestionar la realidad del calentamiento global o el hecho de que en gran parte es causado por los seres humanos, sino debido a que la discusión acerca del cambio climático se ha vuelto una pelea desagradable, con un bando argumentando que estamos dirigiéndonos hacia una catástrofe y el otro sosteniendo que todo es una gran mentira. Yo sostengo que ninguno de los dos bandos está en lo correcto. Está mal negar lo obvio: La Tierra se está calentando y nosotros lo estamos causando. Pero esa no es toda la historia y las predicciones de un desastre que se aproxima simplemente no cuadran con la evidencia. 


Tenemos que redescubrir el punto medio en el que podamos tener una conversación sensible. No deberíamos ignorar el cambio climático o las medidas que lo podrían combatir. Pero deberíamos ser honestos acerca de los defectos y costos de esas medidas, como también acerca de los beneficios. 


Los grupos ambientalistas dicen que la única manera de lidiar con los efectos del calentamiento global es reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono—un proyecto que le costará al mundo billones (solamente el Protocolo de Kyoto costaría $180 mil millones al año). Las investigaciones que he realizado a lo largo de la última década, comenzando con mi primer libro El Ambientalista Escéptico, me han convencido de que esta actitud no tiene sentido; implica gastar una cantidad exorbitante de dinero para lograr muy poco. En cambio, deberíamos estar pensando creativamente y pragmáticamente sobre cómo podríamos combatir los numerosos y más importantes retos que enfrentan a nuestro planeta. 


Nadie sabe con certeza cómo ocurrirá el calentamiento global. Pero deberíamos hablar acerca de los cálculos más ampliamente aceptados. De acuerdo al Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, pos sus siglas en inglés), los niveles de los océanos aumentarán en este siglo entre 15 y 60 centímetros, con la mejor expectativa siendo alrededor de 30 centímetros, principalmente debido a que el agua se expande mientras más se calienta. Esto es similar a lo que el mundo experimentó en los últimos 150 años.  


Algunos individuos y organizaciones ambientalistas se quejan de que el IPCC ha subestimado severamente el derretimiento de los glaciares, especialmente en Groenlandia. En realidad, el IPCC ha calculado el derretimiento probable de Groenlandia (contribuyendo un poco más de dos centímetros y medio al nivel del mar en este siglo) y en Antártica (la cual, porque el calentamiento global generalmente produce más precipitación, de hecho acumulará hielo en lugar de perderlo, haciendo que el nivel del mar sea de cinco centímetros menos para el 2100). En estos momentos, las personas están preocupadas por un aumento dramático en la tasa de derretimiento de Groenlandia. Esa tasa parece ser transitoria, pero si es sostenida podría añadir ocho centímetros, en lugar de dos y medio, al aumento en el nivel del mar para fines de este siglo. 


Un aumento de dos centímetros y medio en el nivel del mar no es una catástrofe, aunque si representaría un problema, particularmente para las naciones que son islas pequeñas. Pero acordémonos que muy poca tierra se perdió cuando los niveles del mar aumentaron durante el siglo anterior. Cuesta relativamente poco proteger a la tierra de la marea que sube: Podríamos dragar los pantanos, construir diques y redirigir los cuerpos de agua. Mientras que las naciones se enriquecen y la tierra se vuelve un bien cada vez más escaso, este proceso cada vez tiene más sentido: Como nuestros padres y abuelos, nuestra generación se asegurará de que el agua no se lleve tierra que vale mucho. 


El IPCC nos dice dos cosas: Si nos concentramos en el desarrollo económico e ignoramos el calentamiento global, es probable que experimentemos un aumento de 33 centímetros en el nivel del mar para el 2100. En cambio, si nos enfocamos en las preocupaciones ambientales y, por ejemplo, adoptamos las severas reducciones en emisiones de carbono que muchos grupos ambientalistas promueven, esto podría reducir el aumento en aproximadamente de trece centímetros. Pero reducir las emisiones tiene un costo: Todo el mundo sería más pobre en el 2100. Con menos dinero circulando para proteger a la tierra del mar, reducir las emisiones de carbón significaría que más tierra seca se perdería, especialmente en regiones vulnerables como Micronesia, Tuvalu, Vietnam, Bangladesh y las Maldivas. Mientras que el nivel del mar aumenta, también lo harán las temperaturas. Parecería lógico esperar más olas de calor y por lo tanto más muertes. Pero aunque este dato recibe mucha menos atención, las temperaturas en aumento también reducirán el número de olas de frío. Esto es importante porque las investigaciones demuestran que el frío es mucho más mortal que el calor. De acuerdo a la primera encuesta revisada por expertos sobre los efectos del cambio climático en la salud, el calentamiento global de hecho salvará vidas. Se estima que para el 2050, el calentamiento global causará alrededor de 400.000 muertes más relacionadas al calor. Pero al mismo tiempo, 1,8 millones de personas menos morirán del frío. El Protocolo de Kyoto, con sus reducciones drásticas de emisiones, no es una manera sensible de evitar que las personas mueran de olas de calor. A un costo mucho más bajo, los diseñadores urbanos y los políticos podrían reducir las temperaturas más efectivamente plantando árboles, añadiendo facilidades de agua y reduciendo la cantidad de asfalto en las ciudades que están en riesgo. Los cálculos muestran que esto podría reducir las temperaturas pico en las ciudades en más de 7 grados Celsius. 


El calentamiento global cobrará vidas de otra manera: aumentando el número de personas en riesgo de contraer malaria en un 3 por ciento a lo largo de este siglo. De acuerdo a los modelos científicos, implementar el Protocolo de Kyoto durante el resto de este siglo reduciría el riesgo de contraer malaria en solo un 0,2 por ciento.


Por otro lado, podríamos gastar $3.000 millones anualmente—2 por ciento del costo del Protocolo—en redes para proteger de mosquitos y medicamentos para reducir la incidencia de malaria en casi la mitad dentro de una década. La tasa de muertes causadas por malaria está aumentando en África Sub-Sahariana, pero esto nada tiene que ver con el cambio climático y mucho que ver con la pobreza: a los gobiernos pobres y corruptos se les hace difícil implementar y financiar el rociamiento y la provisión de redes para mosquitos que ayudarían a erradicar la enfermedad. Aún así, por cada dólar que gastamos salvando una persona a través de medidas como el Protocolo de Kyoto, podríamos haber salvado 36.000 mediante una intervención directa. 


Por supuesto, no solo nos importan los seres humanos. Los ambientalistas indican que criaturas magníficas como los osos polares se extinguirán por el calentamiento global conforme su helado hábitat se derrite. Kyoto salvaría solo un oso al año. Aún así, cada año los cazadores matan entre 300 y 500 osos polares, de acuerdo a la Unión de Conservación Mundial. Prohibir esta carnicería sería barato y fácil—y mucho más efectivo que un pacto global acerca de la reducción de emisiones de carbono. 


Por donde sea que se lo mire, la inevitable conclusión es la misma: Reducir las emisiones de carbono no es la mejor manera de ayudar al mundo. No digo esto solamente por llevar la contraria. Debemos hacer algo acerca del calentamiento global a largo plazo. Pero me frustra nuestra obsesión con medidas que no lo lograrán. 


En 1992, las naciones ricas prometieron reducir las emisiones a los niveles de 1990 para el año 2000. Las emisiones crecieron en un 12 por ciento. En 1997 prometieron reducirlas en un 5 por ciento por debajo de los niveles de 1990 para el año 2010. Aún así es probable que los niveles sean 25 por ciento más altos de lo que se deseaba. 


El Protocolo de Kyoto expirará en el 2012. Los miembros de la ONU estarán negociando su reemplazo en Copenhagen a finales del 2009. Los políticos insisten que el "próximo Kyoto" debería ser aún más duro. Pero luego de dos fracasos espectaculares, debemos preguntar si la actitud de "intentémoslo de nuevo, y esta vez apuntemos a unas reducciones aún mayores" es la correcta.  


Aún si las promesas anteriores de los funcionarios se hubiesen cumplido, no habrían servido prácticamente de nada, y nos hubieran costado una fortuna. Los modelos climáticos muestran que Kyoto hubiera pospuesto los efectos del calentamiento global por siete días al final del siglo. Aún si EE.UU. y Australia hubiesen firmado el protocolo y todos los firmantes hubiesen obedecido los lineamientos de Kyoto por el resto del siglo, pospondríamos los efectos del calentamiento global por solamente cinco años.  


Los que proponen pactos como Kyoto quieren que gastemos cantidades enormes de dinero que logran muy poco para el bien del planeta de aquí a cien años. Debemos encontrar una manera más inteligente de actuar. El primer paso es focalizar nuestros recursos en hacer que las reducciones de emisiones de carbono sean mucho más fáciles. 


El costo típico de reducir una tonelada de dióxido de carbono es actualmente $20/tonelada. No obstante, de acuerdo a una abundante literatura científica, el daño de una tonelada de carbón en la atmósfera es de alrededor de $2. Gastar $20 para hacer $2 de bien no es un curso de acción inteligente. Podría hacer que usted se sienta bien, pero no detendrá al calentamiento global. 


Necesitamos reducir el costo de reducir emisiones de $20/tonelada a, por ejemplo, $2. Esto implica que ayudar al medio ambiente no solamente sería algo que los ricos puedan hacer sino algo que todos podríamos hacer—incluyendo China e India, países que se espera que sean los principales emisores durante el siglo XXI pero que tienen problemas más importantes con las cuales lidiar antes que el cambio climático. 


La manera de lograr esto es aumentando dramáticamente el gasto en investigaciones y desarrollo de energía de baja intensidad de carbono. Idealmente, cada nación podría comprometerse a gastar 0,5% de su producto interno bruto explorando tecnologías energéticas que no emitan carbono, ya sean el viento, las olas, o la energía solar, o capturando emisiones de dióxido de carbono de plantas de energía. Este gasto podría añadir alrededor de $25.000 millones al año pero todavía sería siete veces más barato que el Protocolo de Kyoto y aumentaría por un factor de 10 el gasto global en investigación y desarrollo. Todas las naciones estarían involucradas, aunque las más ricas pagarían las porción más grande.


Debemos aceptar que el cambio climático es real y que hemos ayudado a causarlo. Esto no es un chiste. Pero tampoco es un Apocalipsis cercano.


Para algunas personas, reducir las emisiones de carbono se ha vuelto la respuesta, sin importar la pregunta. Se dice que reducir las emisiones de carbono es nuestra "misión generacional". Pero, ¿no queremos implementar medidas más eficientes antes de recurrir a eso? 


Combatir los verdaderos retos climáticos que enfrentan el planeta—malaria, más muertes por el calor, poblaciones de osos polares en declive—muchas veces requiere de medidas más simples y menos glamorosas que reducciones en las emisiones de carbono. También necesitamos recordar que en el siglo XXI habrán muchos otros retos, para los cuales necesitamos soluciones de bajo costo y durables. 


Yo conformé el Consenso de Copenhagen en el 2004 para que algunos de los principales economistas del mundo pudieran reunirse y preguntar no solo en dónde podemos hacer bien, sino a qué costo, y para priorizar las mejores cosas que el mundo debería hacer al respecto. Las principales prioridades que ellos han determinado son lidiar con las enfermedades contagiosas, la malnutrición, la investigación agrícola y el acceso del primer mundo a la agricultura del tercer mundo. Por menos de un quinto del precio de Kyoto, podríamos lograr todas esas cosas. 


Obviamente también deberíamos trabajar en encontrar una solución a largo plazo para el calentamiento global. Resolverlo requerirá de casi un siglo y de voluntad política a través de distintos partidos políticos, continentes y generaciones. Si invertimos en investigaciones y desarrollo, estaremos haciendo un gran bien a largo plazo, en lugar de simplemente hacernos sentir mejor a nosotros mismos hoy. 


Pero aceptar la mejor respuesta al calentamiento global es difícil entre tanta pelea amarga que deja afuera el diálogo sensible. Así que primero, en verdad necesitamos calmar el debate. 


Bjorn Lomborg   


Este artículo fue originalmente publicado en el Washington Post (EE.UU.) 

2 comentarios:

Gerard dijo...

Yo siempre opino que a los humanos les da miedo todo lo que es algo nuevo y desconocido para ellos.Así pues, no se sabe lo que va a pasar con el cambio climático, pero indudablemente, nos hemos echado tierra encima nosotros solitos. Todas las cosas buenas terminan por una mala causa, en este y en muchos casos: los humanos. Si nestro porceso de evolución no hubiera aumentado tan frenéticamente rápido (en 200 años hemos avanzado más que en millones y millones), la Tierra hoy en día sería mucho más que sostenible y daríamos tiempo a nuestros científicos a encontrar curas al mal que, de ser así, se prevendría y dejaría de ser un gran problema, no sólo para la humanidad, sino para el resto de los seres vivos.

cartapacio.liberal dijo...

Como dice Gerard, y en el fondo es lo mismo... si fuésemos mejores, el mundo también sería más sostenible.