1/15/2008

¿Pueden los biocombustibles reemplazar a los combustibles fósiles?

 15.1.2008. Blog de opinión medioambiental

 


Por: Jesús Domingo

¡Buena pregunta! Pienso que la respuesta es fácil, no...


¿Pueden los biocombustibles reemplazar a los combustibles fósiles? 
 



¡Buena pregunta! Pienso que la respuesta es fácil, no. No obstante se espera mucho de los biocombustibles por los gobiernos alrededor del mundo. Púes en la actualidad, los biocombustibles sólo pueden hacer una contribución a  las esperanzas públicas, por varias razones. 



Primero, el potencial que tienen los biocombustibles de reemplazar a los combustibles fósiles es relativamente pequeño. Las cosechas utilizadas en la producción actual de biocombustibles tienen una densidad muy baja de energía comparada con fuentes de energía fósil. Así que la producción de biocombustibles estará limitada por la cantidad de tierra disponible. 



La Agencia Internacional de Energía (IEA) estima que para 2030 los biocombustibles pueden representar del 4 % al 7 % de los combustibles para el transporte terrestre. Según el IEA, la cantidad de la tierra cultivable que se necesita para cubrir la demanda de tan sólo este 4 % de biocombustibles sería igual a la tierra cultivada en Francia y España. Claro que no contamos con las posibilidades de grandes zonas de África y América Latina ni con que estos países también tienen derecho a desarrollarse. 



Segundo, valorando el impacto ambiental de la producción de biocombustibles en el hemisferio septentrional no es tan sencillo como a menudo se dice.  Además del alcance limitado para ahorrar en la energía y emitir GHG, los biocombustibles de primera generación, pueden también aumentar las presiones ambientales. Al provocar la creciente demanda de biocombustibles una subida en los precios de los cereales, colzas y azúcar, esto puede tener como resultado que se talen árboles de tierras para convertirlas en áreas de cultivo y que se pierdan bosques, como está pasando ya en ciertos países del sudeste asiático con las plantaciones de aceite de palma. También, un aumento en la demanda de biocombustibles puede conllevar a un aumento en monocultivos intensivos y por consiguiente a reducir los niveles del agua y dañar la calidad de tierra, al mismo tiempo que se dañaría al ambiente por el aumento del uso de pesticidas y abonos. Ya estamos con los temores del ecologismo europeo. 



En tercero, los resultados serán inciertos para los agricultores. Los agricultores de estas cosechas ciertamente se beneficiarán de un amento en los precios que vienen por el aumento de la demanda de biocombustibles biológicos. Sin embargo, las políticas públicas actuales apoyan en su mayor parte a los productores de cereal y de oleaginosas en los países de la OCDE, pero a los ganaderos que utilizan estos cereales y oleaginosas como comida para el ganado, este apoyo no les beneficiará en absoluto. 



Cuarto, los consumidores encararán precios más altos de los alimentos, derivados de un aumento en los precios de las materias primas. Para los consumidores más pobres en muchos países en desarrollo, aún una subida en los precios modesta, podría hacer la diferencia entre poder comprar alimento o no. Pero en este sentido debemos diferenciar los países que tienen grandes posibilidades de producir sus propios alimentos y más de los que no las tienen. Para los productores seria necesaria una correcta política agraria y que desde los países desarrollados se la dejemos poner en práctica. 



Finalmente, los principales productores de etanol y biodiesel en la OCDE han aplicado medidas para limitar las importaciones de biocombustibles. Estas medidas distorsionan los mercados: elevan los precios de energía para los consumidores en los países de la OCDE y limitan las oportunidades para el desarrollo de productores potencialmente más competitivos fuera del área del OCDE.  Aquí debería entrar en juego una política que practique la equidad. 



A pesar del gran potencial que tienen los biocombustibles (aún no disponemos de suficientes casos en producción económica de biocombustibles de segunda generación) para la elaboración de otros productos –a través de la destilación fraccionada- substitutos de los procedentes de los combustibles fósiles, la mayor parte reciclables y nos contaminantes, la superficie de la tierra no es suficiente para abastecer el actual consumo de alimentos -sólo en una pequeña cantidad y ya se ha revuelto la sociedad- y de combustibles, pero sí será una buena ayuda para muchos países que actualmente no disponen de petróleo ni de recursos para comprarlo y para que se vuelva a reconocer el trabajo de los agricultores.



Jesús Domingo Martínez

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