Algunos soñaron en el Sena y plantearon que la Expo serviría para dar al Ebro otra fachada.
Quizá el cambio climático no se adaptó a un cauce que es y será discontinuo y que, aunque domado en ríos importantes como el Aragón y el Irati, tiene mucha cuenca vertiente sin trampa de sólidos y una gran potencia para el arrastre de gravas y su depósito en las llanuras del Ebro medio.
Zaragoza está en zona de depósito continuo, sus meandros darían al Ebro un cauce divagante si no fuese por las motas aguas arriba que lo obligan a circular por un cauce artificial y antropizado, o por las últimas regulaciones del Aragón y del Irati que hacen que los caudales punta sean cada vez menos punta. Y la cola del Embalse Mequinenza ofrece también un nuevo cauce de equilibrio, como una nueva desembocadura fluvial.
Pero con menos caudal el Ebro tiene más zona de inundación. Arrastres sigue habiendo pero hay menos movimiento. Y ahí tenemos las islas del Ebro, paraíso de los ecologistas y tormento de los diseñadores del urbanismo zaragozano.
El Ebro navegable no es el Ebro actual, al menos con la cultura medio ambiental existente.
Dragar decididamente u olvidarse de la navegación salvo como anécdota. Y para eso, ¿la margaritífera? ¿la vida fluvial? ¿las islas del Ebro? deben analizarse desde una posición posibilista.
Ahora la navegación es el gran fracaso. La mucha corriente obliga al motor de "apoyo", el escaso calado hace que las barcas no lleguen. La aportación continua de gravas encuentra nuevos obstáculos en pilares de obras de paso y en azudes que antes no existían. La cota de inundación para caudales no muy altos hace que las motas deban seguir creciendo en altura.
Algo falla en la sostenibilidad del proyecto del Ebro navegable.
Una vez más la "imaginación" se estrella con la ciencia, típico del planteamiento socialista de crear realidades sin estudiar sus posibilidades. Querer es poder... No lo es si no se rompen huevos, si no se hace un dragado programado, continuado en el tiempo y algo agresivo.
frid
Quizá el cambio climático no se adaptó a un cauce que es y será discontinuo y que, aunque domado en ríos importantes como el Aragón y el Irati, tiene mucha cuenca vertiente sin trampa de sólidos y una gran potencia para el arrastre de gravas y su depósito en las llanuras del Ebro medio.
Zaragoza está en zona de depósito continuo, sus meandros darían al Ebro un cauce divagante si no fuese por las motas aguas arriba que lo obligan a circular por un cauce artificial y antropizado, o por las últimas regulaciones del Aragón y del Irati que hacen que los caudales punta sean cada vez menos punta. Y la cola del Embalse Mequinenza ofrece también un nuevo cauce de equilibrio, como una nueva desembocadura fluvial.
Pero con menos caudal el Ebro tiene más zona de inundación. Arrastres sigue habiendo pero hay menos movimiento. Y ahí tenemos las islas del Ebro, paraíso de los ecologistas y tormento de los diseñadores del urbanismo zaragozano.
El Ebro navegable no es el Ebro actual, al menos con la cultura medio ambiental existente.
Dragar decididamente u olvidarse de la navegación salvo como anécdota. Y para eso, ¿la margaritífera? ¿la vida fluvial? ¿las islas del Ebro? deben analizarse desde una posición posibilista.
Ahora la navegación es el gran fracaso. La mucha corriente obliga al motor de "apoyo", el escaso calado hace que las barcas no lleguen. La aportación continua de gravas encuentra nuevos obstáculos en pilares de obras de paso y en azudes que antes no existían. La cota de inundación para caudales no muy altos hace que las motas deban seguir creciendo en altura.
Algo falla en la sostenibilidad del proyecto del Ebro navegable.
Una vez más la "imaginación" se estrella con la ciencia, típico del planteamiento socialista de crear realidades sin estudiar sus posibilidades. Querer es poder... No lo es si no se rompen huevos, si no se hace un dragado programado, continuado en el tiempo y algo agresivo.
frid
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