4/10/2007

A cuestas con el cambio climático.

A cuestas con el cambio climático.

Aragón Liberal   (Enviado por: redacción) , 10/04/07, 13:11 h
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Si no fuese por el interés de los "profetas del cambio climático" de organizar nuestras vidas y hacer que abortemos a nuestros hijos, les tomaríamos más en consideración, pero así. ¿Cómo vamos a avanzar por el mismo camino, si pretendemos un mundo vivo no excluyente? Acciones sí pero no las suyas.

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Ya empiezan a percibirse las consecuencias del calentamiento del planeta a causa, según afirmaciones de algunos, de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. No es casualidad que los inviernos sean cada vez más templados, ni la ausencia de nieve en las estaciones de esquí, ni el calor de los últimos veranos. El sentido común aconseja no hacer oídos sordos a los informes científicos que alertan de una situación cada día más preocupante. El estudio más reciente de la Comisión Europea, un tanto catastrofista, plantea la crisis del turismo de playa y de los cultivos agrícolas en el Mediterráneo como consecuencia de la sequía previsible. Las proyecciones macroeconómicas no dejan lugar a dudas: si no se frena el cambio climático, el crecimiento podría reducirse en un 5 por ciento anual. Los efectos demográficos son también muy serios, puesto que se provoca la muerte prematura de miles de personas. Por supuesto, también son dramáticos los efectos en materias como incendios forestales o destrucción irreversible de los ecosistemas. La situación es tan grave que los objetivos propuestos por los especialistas se limitan a paliar los daños: se trataría de conseguir que la temperatura media en el planeta no suba más de dos grados de aquí a 2050.

 

La defensa del medio ambiente no ha de ser un lujo para las sociedades desarrolladas o un apéndice secundario de las grandes cuestiones políticas. Pienso que sin alarmismos no hay que echar en saco roto los informes técnicos, pero tampoco sirve intranquilizar a las personas con estos informes. Cierto que el desarrollo sin control de las economías emergentes -como es el caso de China- se está realizando de espaldas a la naturaleza. El incumplimiento del protocolo de Kyoto y la falta de respaldo al mismo de algunos países, que no están totalmente convencidos de que el llamado cambio climáticos sea debido exclusivamente a la emisión de gases, reflejan la escasa conciencia sobre el futuro de una sociedad que vive instalada en las urgencias del presente. Pienso que es conveniente estudiar con rigor la propuesta de Bruselas para que los países comunitarios reduzcan las emisiones de CO2 a la atmósfera en un 20 por ciento, de aquí hasta el 2020, pero esto no ha de quedar en buenas palabras ni en amenazas a la sociedad civil, sino en propuestas coherentes y en medidas económicas para que se desarrollen cultivos bioenergéticos y energías alternativas.

 

Las interconexiones entre miembros de la UE y el uso de biocombustibles son otras propuestas dignas de ser tomadas en consideración, recordemos que nuestro Gobierno no está poniendo los medios. Todo ello, sin olvidar las ventajas de la energía nuclear, tantas veces rechazada desde la demagogia irresponsable, ya que los expertos consideran que es la que libera menos CO2. El derecho al medio ambiente figura ya en la gran mayoría de las Constituciones como uno de los derechos fundamentales de última generación. Lo importante ahora es que las sociedades desarrolladas tomemos conciencia del problema.

 

 

JDM

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