16.10.2009.
Por: Jesús Domingo
Artículo escrito para el día mundial de la alimentación.
Con una población en constante crecimiento de la que se espera un incremento de un 36 por ciento en el año 2050 alcanzando 9.100 millones de personas, la alimentación cobra, si cabe, más importancia, especialmente en momentos de crisis como los actuales.
Es así que el brusco repunte del hambre causado por la crisis económica ha golpeado con mayor fuerza a las personas más pobres en los países en desarrollo, poniendo en evidencia la fragilidad del sistema alimentario mundial y la necesidad urgente de su reforma.
La combinación de crisis económica y alimentaria ha empujado la cifra de víctimas del hambre en el mundo a niveles históricos: más de 1.000 millones de personas (1.020 millones) sufren hambre crónica, según los cálculos de la FAO.
Incluso antes de la reciente crisis el número de personas subnutridas en el mundo se había estado incrementando de forma lenta pero constante durante la última década, según el informe.
En la década de 1980 y a principios de la de 1990 se alcanzaron progresos para reducir el hambre crónica debido en gran parte al incremento de las inversiones en agricultura tras la crisis alimentaria mundial de principios de los 70.
Pero entre 1995-97 y 2004-06, coincidiendo con un descenso sustancial de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) dedicada a la agricultura, el número de hambrientos se disparó en todas las regiones excepto en Latinoamérica y el Caribe. Pero los logros en la reducción del hambre se cancelaron también posteriormente en esta región debido a las crisis económica y alimentaria.
El aumento de víctimas del hambre durante ambos periodos de precios bajos y prosperidad económica y las bruscas subidas en periodos de precios altos y dificultades económicas demuestra la debilidad del sistema de gobernanza de la seguridad alimentaria mundial, según la FAO.
"El aumento del número de víctimas del hambre es intolerable, ha afirmado el Director General de la FAO. Tenemos los medios técnicos y económicos para hacer desaparecer el hambre, lo que falta es una mayor voluntad política para erradicarla para siempre. Invertir en agricultura en los países en desarrollo es clave, ya que un sector agrícola saludable es esencial no sólo para vencer al hambre y la pobreza, sino también para asegurar un crecimiento económico generalizado y la paz y estabilidad en el mundo".
Es importante el nuevo compromiso para abordar la seguridad alimentaria, pero hay que actuar deprisa. Es inaceptable que en el siglo XXI casi una sexta parte de la población mundial sufra hambre. "En un momento –aseguró la Directora Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos- en que hay más personas hambrientas en el mundo que nunca, hay menos ayuda alimentaria de la que se ha visto jamás. Sabemos lo que se necesita para cubrir las necesidades urgentes: nos faltan tan sólo los recursos y el compromiso internacional para hacer el trabajo".
Los pequeños agricultores necesitan acceso a semillas de alta calidad, fertilizantes, abonos y tecnologías para poder impulsar la producción y la productividad y sus gobiernos necesitan herramientas económicas y políticas para garantizar que los sectores agrícolas de sus países son a la vez más productivos y más resistentes frente a las crisis. Sirvan estas líneas de concienciación.
JDM
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