4.3.2008.
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Por: Jesús Domingo
Permítanme, en plena campaña hacer un artículo mitinero.
Otra vez a la cola
Permítanme, en plena campaña hacer un artículo mitinero. Ya estamos en plena campaña electoral, eso después de una dura pre-campaña, una horrorosa pre-campaña de la precampaña y una peor precampaña, de la pre-campaña de la precampaña… creo que los políticos han comprobado que la mejor táctica para asegurarse su futuro es cansarnos tanto física como psicológicamente para que "pasemos" de la política y no nos enteremos de lo que realmente hacen.
Este agotamiento del electorado, siempre teniendo en cuenta que se trata de una apreciación personal seguramente equivocada, ha sido esta vez todavía mayor ante las elecciones del próximo 9 de marzo pues hemos comprobado durante cuatro años como los dos partidos mayoritarios se tiraban los trastos a la cabeza por cualquier tema fuese del calado que fuese, daba los mismo el terrorismo, con el 11 M y el juicio, que el himno nacional, el derecho a la vida de los no nacidos o los "modelitos" de la vicepresidenta. Lo importante era desprestigiarse mutuamente, si es que, a unos y otros, les quedaba algo de prestigio que defender.
Ahora es el momento de las promesas, de los programas electorales voluminosos, contra más hojas mejor que así no se atreve a leerlos nadie parecen pensar los políticos y sus asesores; de salir a la calle, a las plazas, a los pueblos…, pegatina en ristre, a repartir besos, claveles, pins, pañuelos, preservativos… o lo que haga falta para lograr el "disputado voto" que titulaba Delibes uno de sus ya famosos libros.
Todos los grupos de presión se colocan ahora en las puertas de las sedes de los partidos con el famoso lema "¿Qué pasa con lo mío?". Ahora es fácil recoger promesas, anuncios de ayudas a bombo y platillo, rebajas de los impuestos, mayores inversiones… es el momento del prometer que luego, cuando estemos en nuestro sillón ya veremos si cumplimos piensan los políticos… Así, a la cola, están también los agricultores y ganaderos (los primeros sin agua y los últimos con el agua al cuello a pesar de la sequía), esperando cuando les llega el turno, pero comprobamos como, cada votación, que están más atrás en esta hipotética parrilla de salida en la que han pasado de pilotar un "ferrari" a llevar un "minardi" y gracias. Ya están lejos los tiempos en los que eran los primeros en ser recibidos, cuando los políticos casi se pegaban por hacerse una foto con el agricultor o el ganadero más conocido de la zona por los votos que podría arrastrar ese documento gráfico, recuerdo los primeros años de la democracia que todos los cabeza de lista recorrían todos los pueblos, en unos prometiendo cambiar la Ley de Cámaras Agrarias y en otros prometiendo lo contrario según los intereses de sus posibles votantes, pero, eso sí, estaban. Lamentablemente, cada vez son menos, cada vez representan un número más reducido de votos… provocando que los distintos candidatos nos retrasen en su agenda e incluso, en la de algunos, parece que casi desaparecen superados por otros colectivos más en auge, más "dinámicos y activos" que van ocupando el espacio que antes tenían los profesionales que se dedican a la actividad agrícola y ganadera, en definitiva, que para algunos son la "mosca co..." con perdón.
Esta circunstancia se hace especial grave en la situación por la que están pasando en los últimos meses, para enterarse basta con paras por los foros o lugares de encuentro de ganaderos (lonjas, cooperativas, etc.). Con unos sectores ganaderos que viven una de las peores crisis de su historia -esta misma semana leía en Le Monde que "Los ganaderos de porcino afrontan la peor crisis de su historia en Francia, viendo como sus ingresos, según pasan los días, van menguando al ver como los precios que ellos reciben se reducen, semana tras semana, mientras, por ejemplo, los de los piensos y los insumos se duplican; comprobando, además, como la gran distribución sigue siendo la gran beneficiada en este río revuelto en el que hasta los grandes capitales se refugian. Pero si esto sucede en aquellos que se dedica a la ganadería, algo parecido nos pasa a los agricultores que vemos, por ejemplo, como las Administraciones Públicas, como un Pilatos cualquiera, se lavan las manos en el caso de la remolacha, del algodón del tabaco, etc. que han provocado que la mitad de los profesionales tengan que dejar el cultivo para permitir que el resto apenas sobreviva con unas dudas tremendas sobre su futuro; o un reforma de la PAC, a la que han llamado "chequeo médico" sólo contribuye a acentuar la incertidumbre y a que a ningún joven se le ocurra continuar con la explotación de su padre.
Mientras esto pasa, los pocos políticos que destinan una mínima parte, de su apretada agenda, a lo rural, los que hablan de agricultura y ganadería son una especie en peligro de extinción como el buitre negro o el lince, prefieren hablar de ese cajón desastre que denominan "Desarrollo Rural" que queda muy bonito en los papeles, sobre el que se pueden escribir multitud de libros para adornar las estanterías… pero del que los que viven del trabajo de su explotación cada vez tienen más miedo, pues vemos como hacia ese traje, hecho a la medida de algunos, se están escapando muchos fondos que antes llegaban a los que, de verdad, trabajan para que haya vida en los pueblos, entre otras cosas, porque viven en ellos, tienen allí a sus familias, a sus hijos, para los que quieren la mejor educación, la mejor sanidad… pero, sobre todo, el mejor futuro. No hemos vuelto a entrar en el tema del agua para los regadíos del Ter y de la Muga por no hurgar en la herida y no abundar en mayor polémica.
En fin, días de palabras, de bonitos discursos, de espléndidas promesas… pero, por favor, señores políticos, no se olviden de los agricultores y ganaderos. Entre tanta palabrería notamos a faltar la seguridad que en campaña y después ha transmitido a los agricultores franceses su actual Presidente. Cuando acabé de escribir este artículo aún no había visto en ningún programa electoral como tratan los temas agrarios.
Jesús Domingo Martínez
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