4/03/2008

En aragonliberal.es somos sensibles con el medio ambiente: La agricultura de conservación en las matemáticas del carbono

3.4.2008.



Por: Jesús Domingo

El pasado mes de noviembre se publicaba en National Geographic -en el núm. 5 del vol. 21- el artículo del medioambientalista Bill McKibben "La nueva aritmética del carbono".

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La agricultura de conservación en las matemáticas del carbono


El pasado mes de noviembre se publicaba en National Geographic -en el núm. 5 del vol. 21- el artículo del medioambientalista Bill McKibben "La nueva aritmética del carbono". McKibben expone en él que "antes de la revolución industrial, la atmósfera terrestre contenía unas 280 partes por millón de dióxido de carbono... Cuando empezamos a quemar carbón, gas y petróleo para poner energía en nuestras vidas, ese número 280 comenzó a aumentar. Cuando empezamos a medirlo, a finales de los años cincuenta, ya había subido a 315. Ahora está en 380, y crece aproximadamente en dos partes por millón al año." Los informes internacionales que se han publicado en los últimos dos años nos alertan que el límite que no debemos superar es de 450 partes por millón de CO2. Si el ritmo de aumento anual sigue igual, en menos de 40 años alcanzaríamos esta cifra considerada como crítica. 


Ya se ve que este interesante artículo explica cómo afectará la continua subida del contenido atmosférico de CO2 y arroja luz sobre cómo resolver en parte este problema. Entre las posibles actividades capaces de reducir CO2 se encuentra la agricultura de conservación.


Y es que a la hora de la reducción de emisiones, se habla de la necesidad de reducir a la mitad las actuales cifras en los próximos 50 años. Según los doctores Socolow y Pacala, investigadores de la prestigiosa Universidad de Princetown (EE.UU.) hay 15 actividades (o cuñas) estabilizadoras que deben ser promovidas, ya que cada una de ellas puede reducir las emisiones en 1.000 millones de toneladas anuales de CO2 para el año 2057. Estas actividades claves, que los investigadores enumeran, van desde cambios en la industria, eficiencia energética en las centrales térmicas, mejor uso de los coches, hasta las energías renovables. En el aspecto puramente agronómico, tenemos que es la agricultura de conservación la que puede contribuir como acción, según los autores del estudio. Es por tanto una de estas 15 actividades clave para frenar el cambio climático, que se basa en el menor uso del arado y el incremento de materia orgánica de los suelos.


Estamos ante otro ejemplo dado por la ciencia y la tecnología, que hace ver la necesidad de invertir administrativamente en la agricultura de conservación, no solo para bien de  los agricultores sino de toda la sociedad. Esperemos que no se opongan los sectores radicales ya que la práctica de esta técnica implica la utilización de herbicidas producidos por multinacionales.


Jesús Domingo Martínez

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