6/10/2008

La clave de la producción alimentaria

10.6.2008.

Por: Jesús Domingo

Ahora que aún tenemos fresca la Cumbre de Roma me parece buen momento para escribir sobre la producción de alimentos en los países pobres.

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Ahora que aún tenemos fresca la Cumbre de Roma me parece buen momento para escribir sobre la producción de alimentos en los países pobres. Y es que muchos países pobres que importan alimentos podrían cultivar más alimentos, ya que sus agricultores producen muy por debajo de lo que es posible en términos de tecnología. En algunos casos, con las medidas de gobierno adecuadas, podrían duplicar y hasta triplicar la producción de alimentos en apenas unos años.

La idea es básica y bien conocida. La agricultura tradicional utiliza pocos insumos (semillas, fertilizantes, fitosanitarios, reguladores, etc.) y obtiene bajos rendimientos. Los agricultores pobres usan año tras año semillas producidas en la campaña anterior. Carecen de fertilizantes, dependen de la lluvia en lugar de la irrigación, y disponen de poca mecanización, si no es que ninguna, excepto el azadón tradicional. Sus campos son pequeños (entre una y dos unidades de superficie). La solución es aumentar el rendimiento de los cultivos, por ejemplo de cereales, conseguir al menos dos toneladas por Ha. -y, en algunos lugares, a tres o más toneladas. Si se puede administrar el agua a través de la irrigación, esto se podría combinar con policultivos (varias cosechas al año) para producir un cultivo durante la estación seca. No hay duda en que cultivos más abundantes y frecuentes significan menos pobreza en las familias campesinas y precios más bajos para los alimentos en las ciudades, si los gobiernos no se convierten en especuladores y vende a bajo precio a cambio de armas a los países desarrollados.

La clave para aumentar el rendimiento de los cultivos es asegurarse de que hasta los agricultores más pobres tengan acceso a variedades de semillas mejoradas (por lo general, semillas "híbridas" creadas por la selección científica de variedades de semillas), fertilizantes químicos, material orgánico para reponer los nutrientes del suelo, métodos de irrigación de pequeña escala, como bombas para elevar agua desde pozos cercanos y productos fitosanitarios para combatir las principales enfermedades y plagas. No hay nada mágico en esta combinación. Es la clave del aumento mundial de la producción alimentaria desde los años 60, que tuvo lugar a raíz de la revolución verde.

La historia ha demostrado que es necesario que los gobiernos emprendan acciones para ayudar a que los agricultores más pobres escapen de la trampa de la pobreza causada por los bajos rendimientos. Ha llegado el momento de restablecer sistemas de financiamiento público que permitan que los pequeños agricultores de los países más pobres, particularmente aquellos que cultivan en dos hectáreas o menos, obtengan acceso a los insumos que necesitan, como semillas de alto rendimiento, fertilizantes e irrigación a pequeña escala. Estoy convencido que aquí está la clave en la lucha contra el hambre.

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