¿De qué te quejas?
Siempre que pienso en el trabajo me acuerdo de la doctrina de San Josemaría Escrivá cuando comenta que algunos se quejan de lo mal que va el mundo, esperando, con su pasividad, que "otros" sean los que se lo arreglen.
Y sigue estando el mundo mal, esperando siglos y siglos la labor de "santos aislados" que muevan y remuevan los corazones.
¿Has pensado la potencia que tendría un buen grupo de santos empeñados en esa tarea? ¿Y por qué no asumir nosotros ese trabajo?
A nadie se le puede obligar a que enfoque de ese modo constructivo su trabajo, su vida familiar y sus labores sociales. Y, sin embargo, todos estamos obligados a ello. Es una obligación fuerte pero gratificante. Es como la obligación de conservar la vida.
¿Alguien se abruma y se agobia porque cada día tiene que inspirar y expirar miles y miles de veces para vivir? ¿Dirá que es una carga la vida porque tiene que comer o que beber? Es, sencillamente, lo normal de la naturaleza. Y, cuando eso nos cuesta es que estamos muy enfermos.
¿Y, por vivir y respirar amor de Dios... nos agobiamos y decimos que se nos pide demasiado?
Cuando tú y yo dejemos este mundo, ¿qué llevaremos en el Baúl?
¿No es apasionante la respiración en el amor divino, y el asumir una vida de santidad en la tierra?
Actualmente la humanidad se ha puesto sobre sus hombros la ímproba tarea de "salvar el mundo", de hacerlo más respirable, de parar el calentamiento global por los demás, porque, nosotros, todos nosotros, cuando acabemos la vida mortal respiraremos otra cosa.
Pero al mismo tiempo, la misma humanidad, se ha empeñado en la tarea más ímproba aún, de eliminar de su alma la conciencia. Y así va el mundo de mal. Un magnífico envoltorio de podredumbre: de guerras, de hambre, de prostitución, de SIDA transmitido, de familias desechas, de suicidios, de abortos.
Valdría la pena una tarea de salvar la "conciencia humana" como nicho ecológico que permitiría vivir una vida más humana y, después de esta vida, llenas las alforjas de obras buenas, probar a respirar "amor de Dios" a pleno pulmón.
Si esperas que sean otros los que se empeñen en en rescate de la "conciencia"... puedes esperar sentado... se te formarán telarañas en toda tu alma.
Por eso, si no haces nada ¿de qué te quejas?
frid
Siempre que pienso en el trabajo me acuerdo de la doctrina de San Josemaría Escrivá cuando comenta que algunos se quejan de lo mal que va el mundo, esperando, con su pasividad, que "otros" sean los que se lo arreglen.
Y sigue estando el mundo mal, esperando siglos y siglos la labor de "santos aislados" que muevan y remuevan los corazones.
¿Has pensado la potencia que tendría un buen grupo de santos empeñados en esa tarea? ¿Y por qué no asumir nosotros ese trabajo?
A nadie se le puede obligar a que enfoque de ese modo constructivo su trabajo, su vida familiar y sus labores sociales. Y, sin embargo, todos estamos obligados a ello. Es una obligación fuerte pero gratificante. Es como la obligación de conservar la vida.
¿Alguien se abruma y se agobia porque cada día tiene que inspirar y expirar miles y miles de veces para vivir? ¿Dirá que es una carga la vida porque tiene que comer o que beber? Es, sencillamente, lo normal de la naturaleza. Y, cuando eso nos cuesta es que estamos muy enfermos.
¿Y, por vivir y respirar amor de Dios... nos agobiamos y decimos que se nos pide demasiado?
Cuando tú y yo dejemos este mundo, ¿qué llevaremos en el Baúl?
¿No es apasionante la respiración en el amor divino, y el asumir una vida de santidad en la tierra?
Actualmente la humanidad se ha puesto sobre sus hombros la ímproba tarea de "salvar el mundo", de hacerlo más respirable, de parar el calentamiento global por los demás, porque, nosotros, todos nosotros, cuando acabemos la vida mortal respiraremos otra cosa.
Pero al mismo tiempo, la misma humanidad, se ha empeñado en la tarea más ímproba aún, de eliminar de su alma la conciencia. Y así va el mundo de mal. Un magnífico envoltorio de podredumbre: de guerras, de hambre, de prostitución, de SIDA transmitido, de familias desechas, de suicidios, de abortos.
Valdría la pena una tarea de salvar la "conciencia humana" como nicho ecológico que permitiría vivir una vida más humana y, después de esta vida, llenas las alforjas de obras buenas, probar a respirar "amor de Dios" a pleno pulmón.
Si esperas que sean otros los que se empeñen en en rescate de la "conciencia"... puedes esperar sentado... se te formarán telarañas en toda tu alma.
Por eso, si no haces nada ¿de qué te quejas?
frid
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