Clausura de las jornadas "Iniciación a la Micología" del Grupo Micológico Caesaraugusta.

Una actividad loable, de verdadera ecología. El estudio, recolección y disfrute de los hongos.


Más de 3000 visitantes en la jornada final, la capacidad de los locales para las conferencias llenos superando su aforo, muestran que el mundo de las setas nos emociona, nos atrae y nos rejuvenece.

Jugar a explorador es algo magnífico, más aún cuando vuelves a casa con una cesta de setas susceptibles de pasar a la sartén o a la cazuela.

Sin exagerar, qué alegría y brillo en los ojos cuando se divisa ahí el brillo húmedo de un níscalo, o de un corro de setas de cardo, o, entre la maleza el paraguas de una macrolepiota.

No se sabe qué instinto primitivo, natural, alegre y sano se despierta. Recolectores, cazadores, hombres que vuelven a sentirse uno con el medio natural que aman y respetan.

El Grupo Micológico Caesaraugusta está feliz. Hoy, jornada de clausura, con la presencia de la Concejala de Centro, María Jesús Martínez del Campo, con Pablo Munilla (técnico de la Diputación General de Aragón, anterior Director General de Medio Natural y un enamorado de la naturaleza), Joaquín de Guerrero (Presidente del Consejo de la Naturaleza de Aragón), el sabio Fernando Palazón y otras personalidades, pero, sobre todo, los más de tresmil visitantes a la exposición micológica, llevaban a Francisco Albalá, Presidente del Grupo Micológico, a manifestar su felicidad y la de todo su grupo.

Con más de doscientes especies diferentes, más de cincuenta comestible, la esposición didáctica ha servido para que grandes y chicos se adentraran en el mundo de las setas. Entre las reinas el boletus edulis, que este año se ha presentado de modo generoso en Aragón. Entre las más bonitas la seta de los enanitos, la amanita muscaria. De las más grandes estaba la macrolepiota. Y de las más pequeñas había ejemplares que crecen en las piñas de los pinos. Y, como elemento curioso unas setas del desierto para mostrar su capacidad de colonizar los medios.

Un grupo de gente ilusionada, con una aficción tan acorde con el medio natural y con ganas de enseñar, como se ha demostrado en estas jornadas, son un tesoro para nuestra Zaragoza.

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