11/17/2006

Documento de Bases de la Política Hidráulica de Aragón: Sobre la politica del agua y la versión reivindicativa.


Sobre la politica del agua y la versión reivindicativa.

Hemos hecho dos políticas hidráulicas en España. La política de la necesidad, que suponía la regulación y la puesta a disposición del agricultor primeramente, pero luego para el abastecimiento y la industria, el agua en cantidad y calidad suficiente. Algunos llaman a esa época "desarrollista" y se sienten avergonzados y acomplejados, cuando realmente el desarrollo funcionó y dimos recurso en un país con lluvias irregulares. De hecho somos lo que somos y lo seguiremos siendo gracias a la regulación inducida en nuestros embalses. Y espero que eso no falte nunca aunque los ecologistas radicales sueñen con "desmontar sus odiadas obras hidráulicas".

La segunda fase está durando mucho y es la de la potenciación de los conflictos del agua. Ahí son los ecologistas los reyes del mambo, y han logrado su objetivo: paralizar el país en cuanto a incremento de disponibilidad real de recurso agua en espera de un futuro de "gestión de la demanda" sin agua. Y sueñan con la escasez que justificase un total dirigismo.

Esa fase es demagógica y no se basa en la verdad de las cosas, en atender necesidades, sino en sueños de mundos ideales en los que surge un salvador del mundo, un eco-fontanero con un barril al cuello repartiendo gotas de agua y contando hasta sesenta.

Y es eso lo que se contempla en las bases de la política del agua aragonesa y en muchas medidas de protección ambiental, como la que protege la estepa monegrina.

El Documento de Bases perdió su sentido el mismo día que cayó el partido popular del gobierno de Madrid. Era un documento anti-PP, un documento para encargar al Gobierno Central las competencias autonómicas y arrogarse la autonomía las competencias centrales. En definitiva: crear las "bases del conflicto del agua". Por eso, por la inercia de su primera redacción, esta segunda redacción es idéntica en el fondo, matizada en las formas y espera pasar sin pena ni gloria para lograr un acuerdo a lo Biscarrués. Todos de acuerdo en la nada de lo dicho.

Por eso, para cambiar el ritmo a nuestros políticos y ofrecerles un tercer horizonte, les reto a aplicar a la política hidráulica un giro descarado hacia la liberalización de la gestión del agua. Menos empresas públicas del agua y dar mayor flexibilidad a los grandes usuarios para el cambio de uso del recurso, su venta temporal y su movilidad. Fijemos los objetivos ambientales, la mínima intervención para garantizar los usos prioritarios, pero dejemos que gestione la iniciativa privada. Limitemonos a ser, desde las administraciones públicas la policía necesaria, la auditoría eficiente y el juez de los conflictos.

Y ese horizonte, el de la liberalización, es posible aunque el recurso sea escaso. También lo es la electricidad generada en nuestra nación y otros muchos bienes. Incluso la liberalización podría facilitar el ingenio para la compra externa de recursos y la investigación que pretende el Ministerio de Medio Ambiente para abaratar la desalación.

Frid

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