Fomento de los biocarburantes como alternativas creíbles al petróleo en el transporte
El transporte en Europa no deja de crecer. Los coches y los camiones proporcionan tales ventajas socioeconómicas que sería difícil imaginar la vida hoy sin ellos, pero la situación se está volviendo insostenible. El transporte produce casi un tercio de las emisiones de CO2 (el gas de efecto invernadero que es el mayor responsable del cambio climático) y se prevé un importante aumento de las emisiones. Por otra parte, el sector del transporte depende en un 98 % del petróleo, un combustible fósil que se importa en su mayor parte y que se encarecerá sin duda según se vayan agotando las reservas.
La UE (Unión Europea) propone una respuesta inmediata a esta situación: fomenta la sustitución del gasóleo y la gasolina por los biocarburantes, unos combustibles limpios y renovables que se producen a partir de materia orgánica. El desarrollo de este sector también creará puestos de trabajo y abrirá nuevos mercados a la producción agrícola. Los biocarburantes también contribuyen a solucionar problemas comunes generales, tales como la diversificación de las fuentes energéticas y el cumplimiento de los compromisos contraídos en virtud del Protocolo de Kioto.
En la Directiva sobre los biocarburantes adoptada en 2003, Europa se fijó los objetivos de sustituir el 2 % de la gasolina y el gasóleo para el transporte por biocarburantes para 2005, y el 5,75 % para 2010. El objetivo de 2005 no se ha alcanzado. Pueden preverse progresos sustanciales para 2010, aunque no bastarán para cumplir el objetivo de ese año. Por ello, la Comisión propone que se consolide el marco legislativo, con un 10% como mínimo de cuota de mercado para los biocarburantes en 2020.
Con la importante subida de los precios del petróleo y la preocupación creciente por un suministro de energía estable, seguro y respetuoso con el medio ambiente, el fomento del uso de los biocarburantes en el transporte es una prioridad en la agenda política europea. En la actualidad, los biocarburantes constituyen el único medio disponible para reducir considerablemente la dependencia del petróleo en el sector del transporte. Como parte de su política energética para Europa, la Comisión se ha comprometido a estimular la producción y el uso de biocarburantes, proponiendo un objetivo mínimo obligatorio de uso de biocarburantes como combustible para los vehículos en un 10% para 2020.
Aunque la mayor parte de los biocarburantes facilitan en gran medida unas menores emisiones de gases de efecto invernadero, es posible producirlos de manera que hagan lo contrario, o que provoquen otros problemas ambientales. La Comisión propone la introducción de un sistema de incentivos/apoyos para prevenirlo y estimular el desarrollo de biocarburantes de "segunda generación".
Varias políticas pueden estimular el uso y la producción de biocarburantes a escala europea. La exención fiscal es una vieja forma de apoyo a los biocarburantes. Varios Estados miembros también han anunciado la introducción de obligaciones de uso de biocarburantes, por las que los proveedores deben poner en el mercado un porcentaje de biocarburantes, facilitar a los inversores una red de seguridad e impulsar la industria de los biocarburantes.
Los biocarburantes más comunes son en la actualidad el biodiésel (fabricado a partir de plantas oleaginosas como la colza y el girasol) y el bioetanol (fabricado a partir de plantas con alto contenido de azúcar y almidón como la remolacha o los cereales). Estos dos combustibles líquidos para el transporte podrían sustituir al gasóleo y la gasolina a gran escala. Pueden utilizarse en los motores de automóviles modernos (sin modificar en el caso de las mezclas bajas o con modificaciones de bajo coste para poder admitir mezclas elevadas) y distribuirse mediante las infraestructuras existentes. Se están investigando técnicas de producción de "segunda generación" para fabricar biocarburantes a partir de materiales leñosos, hierbas y algunos otros tipos de residuos.
No obstante, el consumo par biocarburantes de productos destinados a la industria alimentaria puede causar desajustes en esta industria y el el abasteciomiento de alimentos. Es así que en relación con la propuesta de la Comisión Europea de imponer un objetivo para la incorporación de biocarburantes en 2020, las asociaciones europeas de la industria de chocolate (CAOBISCO) y margarinas (IMACE) han emitido un comunicado sobre la incorporación obligatoria de un porcentaje biocarburantes indicando que supondría una gran presión sobre los precios de las materias primas para la industria agroalimentaria, y en particular para la que utiliza en mayor medida cereales, oleaginosas y azúcar; que son la materias primas por las que actualmente compite el mercado alimentario y el bioenergético.
Las asociaciones recuerdan que ya actualmente el precio de la colza se ha doblado en los últimos 5 años y que el de los cereales se ha incrementado este año cerca de un 20%, siendo esto debido en gran medida al auge del mercado bioenergético. La incorporación obligatoria es para las industrias una mala solución, ya que priva a los Estados Miembros de la necesaria flexibilidad
Como medidas paliativas, las industrias solicitan la inmediata eliminación de la retirada de tierras de la PAC, una revisión del sistema arancelario a las importaciones y una ampliación, tan amplia como sea posible, de las posibles materias primas para la producción de biocarburantes.
Jesús Domingo
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