19.8.2009. En Aragón Liberal
Por: Jesús Domingo
Este verano estamos viendo y oyendo que se baten récords, primero en natación, después en atletismo, el más significativo tal vez sea el de 100 metros lisos, donde Bolt ha destrozado a sus oponentes y a todos los récords anteriores bajando en 11 centésimas de segundo una marca, a todas luces, insuperable en muchos años. Donde también, desgraciadamente, se han superado récords de grandes incendios forestales, se considera grandes incendios a los incendios de más de 500 hectáreas quemadas.
Mientras que la media anual de grandes incendios de la última década, hasta el 2 de agosto, es de 10 grandes incendios, en 2009 son ya 25 los producidos, y según los datos recopilados por algunas organizaciones, solo en los últimos quince días de julio se produjeron 20 grandes incendios, y siete de ellos se iniciaron el 22 de julio, día en el que se incrementaron ostensiblemente el número de incendios.
Lógica y desgraciadamente, las condiciones de altas temperaturas, alto grado de sequedad y fuerte viento han actuado como catalizadores de los grandes incendios, especialmente en la segunda quincena de julio. Pero con este factor se ha de contar, más aún en el futuro inmediato con los efectos del posible cambio climático. La meteorología no es un factor que podamos controlar, aunque se puede prever, y ello debe permitir concretar las épocas de mayor riesgo e incrementar en ellas la vigilancia y las medidas de prevención, aunque si olvidar que "los incendios del bosques se apagan en invierno".
Por el contrario, Ecologistas en Acción, una de las organizaciones comentadas, considera que existen dos factores clave que han influido en la proliferación de grandes incendios habidos este año, y sobre los que es posible actuar desde las Administraciones. Por un lado, la composición y el estado de las masas forestales y, por otro, la concurrencia de situaciones de riesgo provocadas tanto por acciones negligentes como intencionadas.
En los grandes incendios de 2009 han abundado más las negligencias y accidentes (cables, chispas con herramientas de trabajo, fuegos artificiales, etc.) que los incendios provocados, pero también hay que recordar que los incendiarios suelen provocar más daño ya que buscan las condiciones meteorológicas idóneas para ser más "eficaces" en sus fines (hacer daño por venganza, personas con trastornos, etc.). Esto lleva a que si se endureciesen las medidas de prevención en cuanto al control de actividades que puedan generar riesgo de incendio y se reforzara la vigilancia de las zonas con incendios provocados recurrentes, es muy probable que se redujeran los grandes incendios..
En relación a la composición y estado de las masas forestales, pocas veces se tiene en cuenta la composición específica de las masas incendiadas. Si se hiciera se comprobaría que la mayor parte de los grandes incendios se producen sobre zonas de pinar repoblado o sobre zonas de matorral evolucionadas en áreas ya reiteradamente incendiadas. Mientras que las quercíneas resisten mejor el avance del fuego, ayudan a extinguirlo, y, a la vez, se regeneran mejor del fuego, los pinares por su parte alimentan al fuego con la resina de los árboles y, además, no rebrotan, por lo que tras un incendio en un pinar sólo rebrota matorral.
Por último, me parece que es importante seguir haciendo, con Ecologistas en Acción y otras organizaciones, un llamamiento a la prudencia y a al colaboración ciudadana para prevenir incendios forestales, ya que la situación sigue siendo de alto riesgo a pesar de las lluvias caídas los últimos días en algunas partes de España, y así como conseguir récords en deportes es muy positivo no lo es conseguirlos en incendios forestales.
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