El otro día leí el titular de un artículo sobre agricultura y medio ambiente que decía: "Los ganaderos británicos denuncian que la normativa medioambiental puede erosionar sus derechos civiles". Pensé que tenían razón.
En este sentido, el Papa, Benedicto XVI, en su encíclica "Caritas in Veritate", hablando del medio ambiente, dice: "Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de responsabilidad en las conciencias. El creyente reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios, que el hombre puede utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas necesidades –materiales o inmateriales- respetando el equilibrio inherente a la creación misma. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la creación de Dios… Pero se ha de subrayar que es contrario al verdadero desarrollo considerar la naturaleza como más importante que la persona humana misma. Esta postura conduce a actitudes neopaganas o de nuevo panteísmo: la salvación del hombre no puede venir únicamente de la naturaleza, entendida en sentido puramente naturalista."
Parece que los ingleses tienen una visión cuasi panteísta de la naturaleza ya que están poniendo en serios aprietos la existencia de la ganadería. Es así que los ganaderos del Reino Unido ya están teniendo muchas dificultades para cumplir la directiva de la polución IPPC, pero sus problemas solo acaban de empezar. El Departamento británico de Asuntos Rurales (DEFRA) tiene previsto que las agencias medioambientales locales tengan la capacidad de juzgar si las explotaciones cumplen la normativa y en caso contrario poner multas económicas. Las agencias medioambientales podrían poner sanciones de hasta 5.700 € sin la necesidad de un magistrado. Sin duda se trata de una arbitrariedad.
La sectorial de porcino británica está en contra de que las agencias tengan esta capacidad de juzgar y sancionar, ya que consideran que se erosiona los derechos civiles de los ganaderos. Según la sectorial, si no se evita esta erosión, la realización de la producción intensiva de porcino desparecerá en menos de una década.
Además, la sectorial sospecha que las sanciones medioambientales pueden terminar siendo como las multas de tráfico: un medio de financiación de las administraciones locales. Según la sectorial, las agencias tendrían la premisa de ir a las explotaciones a "encontrar incumplimientos".
En Cataluña el problema empieza a ser más grave, hasta ahora, los fundamentalistas medioambientalistas habían conseguido detener el crecimiento, ahora están consiguiendo la deslocalización, es decir que los ganaderos huyan a comunidades autónomas más racionales y tolerantes. Sin duda las palabras de Benedicto XVI son acertadas y equilibradas y, muestran que lo que pasa en Cataluña y en Gran Bretaña es que los gobiernos están imbuidos de paganismo y de neo-panteísmo.
Jesús Domingo
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