12/22/2008

El pH y algunas aplicaciones en agricultura


Recuerdo que en mis años de estudiante en Barcelona, en la clase de Física y Química hacíamos broma con motivo de pH, Pantaleón Hermanos le decíamos, en referencia a una tienda de ropa en boga en aquellos años, pero también recuerdo que el pH era un concepto difícil de comprender.


Después, cuando estudiante de agronomía me vi obligado a comprenderlo y a trabajar con él puesto que es clave para trabajar el suelo, hoy tiene aún más importante en los cultivos sin suelo y en la fertirrigación. Es bien conocido que la elección de un cultivo depende del pH de suelo; de ahí que, con frecuencia, digamos que “los altramuces son típicos de suelos ácidos” o que “la alfalfa y el olivo son cultivos que prefieren suelos alcalinos”. Además, el pH del suelo/sustrato o el pH de la disolución nutritiva que rodea las raíces de un cultivo, también juegan un papel fundamental a la hora de valorar la cosecha que de él se espera; tanto es así que, si el pH del suelo/sustrato es inadecuado, la cosecha puede disminuir hasta tal punto que no sea interesante mantener el cultivo. También sabemos que existen aguas cuyo contenido en carbonato o bicarbonato puede ser muy elevado, son las llamadas aguas alcalinas; su empleo, bajo determinadas formas de riego (aspersión), puede acarrear problemas importantes si previamente no han sido correctamente aciduladas. De lo anteriormente expuesto se desprende la importancia que tiene conocer el pH del suelo/sustrato, el pH del agua de riego o el pH de la disolución nutritiva que utilizamos en fertirrigación.


Pero, antes de seguir es conveniente contestarnos a la pregunta ¿Qué es el pH? El concepto de pH puede ser explicado de varias formas. Quizás, la más sencilla e intuitiva es la que relaciona la sensación de acidez o alcalinidad de una sustancia con su pH. Para ello utilizamos el sentido del gusto, que radica en las papilas sensoriales que tenemos ubicadas en la lengua; pero es evidente que no podemos emplear el sentido del gusto para conocer el pH de cualquier sustancia (amoníaco y lejía, por ejemplo); de ahí la necesidad de disponer de elementos que nos ayuden para tal fin, como han sido los indicadores de pH (fenoftaleina), las tiras de papel impregnadas de determinados colorantes (tornasol) y los electrodos combinados o sondas de pH que hemos aprendido a utilizar en el laboratorio.


Desde el punto de vista químico y matemático, el pH de una disolución se define como “el logaritmo decimal del valor inverso de la concentración de iones hidrógeno (H+) que tiene dicha disolución”. Para conocerlo hay que resolver una ecuación .Es evidente que, para alguien que tuviera que medir diariamente el pH de una disolución nutritiva para fertirrigación, resolver la ecuación resulta poco adecuada para sus fines; de ahí la necesidad de disponer de equipos (sondas) que nos indiquen de forma directa la concentración de iones H+ que presenta una disolución, sin necesidad de tener que hacer cálculos; es decir, que nos indiquen directamente el pH de la disolución.


El pH de los fertilizantes disueltos en agua. Algunos fertilizantes utilizados en fertirrigación (MAP, MKP, ácido fosfórico, ácido nítrico y sulfato amónico) tienden a acidificar el agua de riego; otros (nitrato potásico, nitrato cálcico, nitrato magnésico y sulfato potásico), por el contrario, tienden a alcalinizarla; de ahí la necesidad de conocer la reacción de los fertilizantes y sus mezclas una vez disueltos en el agua de riego para evitar pérdidas de cosecha (en cantidad o calidad) y pérdida de nutrientes debido a la formación de precipitados: Pérdida de calcio (Ca) y magnesio (Mg) como carbonato cálcico o magnésico; de azufre (S) como sulfato cálcico; de fósforo (P) como fosfato cálcico y de hierro (Fe) como sulfato de hierro. Desde el punto de práctico, y por lo que al pH se refiere, las disoluciones nutritivas para fertirrigación puede clasificarse en tres categorías: Óptimas (5.5 <> 7.5).


También pude ser útil conocer la concentración de bicarbonato y el ajuste del pH. La concentración de bicarbonato (HCO3-) en el medio de cultivo juega un papel fundamental para estabilizar el pH del medio, a partir del cual las raíces extraen los nutrientes; de ahí que, la disolución nutritiva aplicada al sustrato debería contener un mínimo de 40 a 100 partes por millón de bicarbonato para lograr dicho efecto.


Finalmente es bueno hacer unas consideraciones prácticas relacionadas con el control del pH. La absorción óptima de nutrientes por la mayor parte de las plantas cultivadas se produce cuando el pH del medio de cultivo se halla comprendido entre 5.0 y 6.5

Cuando el pH del entorno radical del cultivo es superior a 6.5, se pueden presentar problemas relacionados con la solubilidad de algunos nutrientes y de forma muy particular con algunos micronutrientes (Fe+2, Mn+2 y B). Cuando la situación persiste, a lo largo de varias semanas o meses de cultivo, pueden llegar a producir la obturación de los sistemas de riego (goteros). Con un pH inferior a 6.5, la absorción de fósforo se reduce, lo que puede conducir a la aparición de síntomas carenciales. Como consecuencia de un pH inadecuado, las raíces de los cultivos pueden resultar severamente deterioradas antes de que el cultivo muestre síntomas carenciales.


A modo de resumen podemos señalar que, tanto si el pH del medio de cultivo es inadecuado, por alto (suelos alcalinos) o por bajo (suelos ácidos), la cantidad y la calidad de las cosechas pueden verse seriamente afectadas. Existen tablas que muestran los valores óptimos de pH para diferentes cultivos hortícolas, frutales y extensivos. Si tenemos nuevos espacios podremos ampliar este tema y la manera de trabajar en cultivos específicos.



Jesús Domingo

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