A mediados del año pasado leí que Científicos de la Universidad de Shandong (China) anunciaron la identificación de una enzima implicada en la tolerancia a la sequía, obteniendo un maíz transgénico con esta característica.
Se trata de la enzima denominada PI-PLC que es clave en la ruta metabólica que produce el ácido fosfatídico, un "mensajero" en las plantas implicado en la defensa en situaciones de déficit de agua o estrés provocado por las altas temperaturas.
El maíz OMG obtenido tiene mayor estabilidad de las membranas de sus células y menor peroxidación en los lípidos de la misma.
La obtención de un maíz con una importante tolerancia a la sequía, capaz de dar altos rendimientos con poco agua, es una de las prioridades de la investigación actuales, tanto para las empresas de mejora vegetal y biotecnología como para diversos programas de investigación pública. Esto es así porque se trata de una característica muy compleja y difícil de conseguir, al estar involucrados varios genes.
No obstante, se espera que en la próxima década haya maíces comerciales con esta característica, que tendrían un gran impacto positivo tanto desde el punto de vista económico como medioambiental, dada la creciente escasez de agua y la cada vez mayor demanda de maíz para alimentación (humana y animal) y biocarburantes.
Lo que queda claro una vez más es que mientras en Europa seguimos con los perjuicios sobre la biotecnología y su aplicación en agricultura, los países, grandes productores y los emergentes, confían plenamente en ella y nos venden los mismos productos que aquí nos niegan cultivar
Domingo Martínez Madrid
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